domingo, 4 de diciembre de 2016

Finca del Marquesado crianza 2013

Gracias a Joaquin Parra me llegó una botella de Finca del Marquesado 2013, bodega riojana  de la conocida bodega Valdemar que a su vez pertenece a la familia Martínez Bujanda. 
Se trata de un nuevo proyecto, con viñedo nuevo en un terreno que a priori es idóneo, con mucho canto rodado y con viñedo antiguo de 30 años, y otro más moderno en espaldera. Según la documentación adjunta tardaron dos años en poder acondicionar el terreno para iniciar la plantación. La bodega se sitúa físicamente en la parte alta del mismo viñedo, y concretamente en Oyón (Alava).

El vino viene muy bien presentado. El precio es de alrededor 5 euros: por ese coste al vino sólo se le pide que esté bien hecho y sin defectos. En esa franja hay una gran competencia ya que la mayoría de los clientes ocasionales que buscan un rioja seleccionan entre una muy conocida gama de botellas y marcas.

En el caso que nos ocupa la botella es tipo borgoñona, muy sencillo y elegante el diseño, limpio y con una etiqueta moderna.

El tapón es sintético 100% reciclaje al ser de un biopolímero elaborado con fibras vegetales (cane, que puede ser mimbre, bambú, según el diccionario Collins). Buen detalle al no tratarse de un tapón sintético.

Como en otras ocasiones, aprovechamos para juntarnos a cenar y poder tomar el vino acompañando a lo que buenamente podamos cenar, porque lo normal es que nos presentemos con más viandas de las necesarias. Pero para eso, siempre hay solución.

El vino tiene un intenso color cereza con ribetes púpuras, dan idea de que no es el típico rioja con un color más evolucionado, aunque tampoco mantiene color de juventud. 

Porque ha estado 14 meses de crianza en barrica de roble americano, que sin embargo los aromas de barrica apenas si sobresalen teniendo toda esa crianza. No se comenta en la ficha sobre la edad de las

barricas, pero deben de ser usadas. Eso no es ningún problema para bodegas riojanas que manejan la estancia del vino en madera usada con maestría, como es el caso de López de Haro.
Sólo el color del vino indica que podrían ser usadas.
Porque el vino presenta aromas a fruta roja, más bien moderados, y apenas salen los aromas especiados. En boca es sabroso, con una sensación ácida marcada, muy refrescante. Algo astringente, pero en su justa medida.
 
Conforme se deja airear el vino se va realzando, siendo más cálido, mucho más aromático. Por lo que si se decanta, el vino ganará mucho de forma rápida.

Un buen, honrado y bien hecho vino, a un buen precio. Lo cual no es poco.

El tinto riojano lo acompañamos con embutido, una pierna de cordero fileteada y hecha a la plancha, y como es tradicional en  estas fechas por estas tierras con cata de aceitunas caseras.

Aunque la estrella de la cena fueron las patatas fritas de Cristo de los Faroles en la calle Alfaros de Córdoba. Una delicia, al alcance  de quien no pueda resistir comprarlas






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