viernes, 31 de octubre de 2014

X Salón Gastronómico de Narbona Solís y las acuarelas

Se  ha celebrado el 27 y 28 de Octubre en el Salón Barroco de la Diputación la exhibición de los productos que distribuye Narbona Solís. La anterior, hace dos años, fue apabullante y en esta ocasión también se han lucido los distintos expositores y la organización. Todo muy bien cuidado, con una programación a su horario, y un numeroso grupo de relaciones públicas y azafatas que estaban pendiente de todo, y muchos también de ellas.
Pasaré a comentar lo que más me ha impresionado.

Asistí a la cata de Bodegas Bentomiz, de la Axerquía de Málaga por su propietaria Clara Verheij. Estos vinos ya los he probado en otras ocasiones, en Fenavin, y creo que ahora son más salinos. Ahora se dice que tienen mineralidad, pero resultan algo secantes. Desde el rosado (hecho con la variedad Romé y con sólo 45 minutos de maceración en depósito), con un agradable color salmón hasta los blancos de Moscatel de Alejandría secos o los naturalmente dulces. El rosado es diferente y ha salido bien calificado por críticos reconocidos como uno de los mejores rosados del país. Me gustó mucho el tinto dulce 2012 hecho con Merlot, y que guardaba la fruta roja, ligero, equilibrado y el tono herbáceo de la variedad.
Mostró un blanco naturalmente dulce del 2008 con un color ámbar precioso, olor a mango, frutas y flores y otro con estancia en barrica, pero creo que la barrica había anulado los aromas frutales, cerrado.


Otra sorpresa fue la presencia de Victor de la Serna de la Bodega Finca Sandoval, en la Manchuela (Albacete). Mostraba sus tintos potentes, pero suaves. En particular me agradó el Signo de la variedad Bobal, un tinto muy agradable en nariz, con aromas a fruta roja y algo de rosas, y en boca, potente pero con una leve tanicidad.

Sería un error no nombrar las otras bodegas presentes en el Salón: Talai Berri con txacoli de Zarautz, muy fresco y punzante; Vinos de Rafael Palacios, de Valdeorras, frescos y con carácter, menos salinos que los de la Axerquía; Pago de Balancines, de Extremadura, que tenía ganas de probar y no me convencieron mucho, demasiada madera; SanClodio, de Ribeiro, un blanco equilibrado y sabroso; Valmiñor, también de Galicia, de O Rosal, el que más me gustó fue el Dávila aunque el L-100 era potente y sabroso pero más cerrado, ....Y más cosas, como cervezas: Brabante, con mucha espuma y ligera, aunque se podría suponer con más carácter. Una sorpresa fue el diseño de La Isleña, botella de aluminio, pintada en blanco y colorida. Bien rica que estaba, con sabor. Además para picar, los chocolates de Amatiller, de los que me pasé tomando cada vez que pasaba cerca del expositor, y con porciones pequeñas hechas con chocolate bien negro.
El salmón ahumado de Reyes-Varón, es una pura delicia en boca, tengo que ver cuánto cuesta aunque debe ser caro, pero es que se deshace. Un puro vicio.

Y las acuarelas. Exposición en la primera planta de la Asociación de Acuarelistas de Andalucía hasta la semana que viene. Y mientras estaba dando una vuelta oí que venía Camilo Huéscar a pintar, en directo. Era verdad, traía los bártulos y le acompañaban amigos y discípulos que admiraban la maestría en su ejecución. Se puso a pintar, con su bote de pulverizar agua, su brocha gorda, aplicando colores. Pintura rápida, precisa y con fuerza, como es su pintura, unos colores que armonizan pero que a muchos nos costaría usar en los cuadros que hacemos.
Una pasada de gozo, verlo allí trabajar. Y sin saberlo, otra sorpresa del día.

Por último, mencionar el maridaje de los vinos de Muñana, del Norte de Granada con la carne de pollo de corral y solomillo de ternera del Valle del Esla.
La bodega tiene varios vinos, uno rosado de Cabernet Sauvignon, Tempranillo y Syrah, que me decía poco en nariz y correcto en boca; el Delirio, un joven de Syrah, que en particular me gusta bastante: con una nariz frutal y sabroso en boca, como debe ser un buen tinto joven.
De los crianzas, el mejor a mi parecer el Rojo, con Tempranillo, Cabernet Sauvignon y Monastrell. El 3 Cepas sobresalía mucho el verdor a pimiento.

Las carnes eran exquisitas. Quizás más de la cuenta. Yo no estoy acostumbrado a esas exquisiteces, lo digo sin reparo. El pollo de campo, tierno, tiernísimo. El que recuerdo de mi infancia y después eran pollos con carne dura, sabrosa, pero este no sabía ni el tacto en boca era como mi recuerdo. Tanto que me dije si no era atún, ya que la carne se deshacía en fibras.
El solomillo, se cortaba con el tenedor de plástico. Pura mantequilla, se deshacía también en la boca. Animales que pastan en la montaña y que se les cuida para que su carne sea delicada. El matadero propio está a sólo 50 minutos en transporte.
Un amigo, que me encontré tras la cata y que es técnico de las vacas retintas, dice que el secreto es también el tiempo que está la carne en la cámara madurando.
Esta del Esla, tenía el color rojo de fresca, muy fresca y un paladar exquisito. Por cierto, el dueño es también de la bodega Vega Sicilia.
En resumen, que habrá que apuntarse a más Salones de Narbona Solís. No fallan. Habrá que pedir algo para Navidad.





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