martes, 16 de enero de 2018

Bodega Pujanza. Vinos Riojanos de Altura




El bodeguero Carlos San Pedro, dueño de la Bodega y Viñedos Pujanza, de la Rioja alavesa, y que nos visitó en la sede oficiosa de las Asociación de Sumilleres de Córdoba: la casa de Joaquín Morales y su mujer Araceli.

Esta bodega se situa en La Guardia (Alava) y controla tres fincas, en total 40 hectáreas, todas en dicho término. En todos los casos la uva con la que trabaja es la Tempranillo, excepto para un blanco que hace con Viura.

Carlos pertenece  a una saga familiar dedicada al viñedo, y su hermano Javier San Pedro es también bien conocido en este mundo vitivinícola.

La convocatoria fue numerosa por las buenas referencias de sus vinos, y a la luz de la cata y como se desarrolló, también por el buen hacer de Carlos, hablando lo justo y dejando hablar a a sus vinos, que logró que pudieramos catar seis vinos, probar varias viandas que los acompañaban y poder terminar a las 22,30. 
Ni que decir tiene que Antonio controla estos actos para que la cosa no se desmadre.

Carlos está al frente de su proyecto personal desde hace 20 años.
Presentó en primer lugar el tinto Diosares, el único elaborado con uva comprada, y se trata de una elaboración familiar. Un vino del 2014, frutal, fragante, ácido en boca y algo de verdor. Un buen comienzo.

Aquí Daniel Plá, nos sorprendió con una empanadilla japonesa rellena de pollo, muy jugosa. Nunca la había probado: la pasta venía hervida, bien rica. Me recordaba al jinkali, una empanada tradicional de Georgia, tanto que pensaba que era exclusiva de este pais, y que elaboraba Fatim Papunasvilli en casa de mis padres.




El segundo vino fue el Hado 2015. De un precioso color, mucha fruta, menos ácido aunque más tánico. pero todo suave. Ya en este vino en la etiqueta sólo aparecía el nombre de La Guardia y desaparecía referencias a la Rioja.

Araceli nos sorprendio con un carpaccio de ternera, macerada con lima, queso granna padano, varias hierbas, y otras cosas. Una pena, porque tocabamos a un filete cada uno y a todos nos hubiera encantado repetir. ¡Como cocina esa mujer!

El Valdepoleo 2014 se elabora con viñedo de 50 años. Las sensaciones iban subiendo y este es un vino, más potente, más esquilibrado, con aromas especiadas muy finas.

Aquí vino la sorpresa de la mano de Gertrudis, ya que elaboró unos solomillos rellenos. Aplausos generalizados ya a los cocineros, y como decía Joaquín: si armoniza el plato con el vino, pues vale, y si no también. Todo muy rico.


El siguiente vino era una de las estrellas de la bodega: Pujanza Norte, del 2014, y con unos robustos 14,5º de alcohol (para ser un Rioja no está mal). Potente, más que el anterior, redondo, suave en boca y de buen paso.

El plato que compañaba era un suculento guiso de ciervo guisado por la suegra de Antonio, y acompañado de pure de patatas. Un plato especiado por unas manos expertas que saben como cocinar una carne dura y dejarla como la mantequilla. Exquisito.

A partir de aquí Carlos prefirio que los vinos se cataron sin acompañamiento.
Y es que venía el vendaval final.
El tinto Cisma 2014, con ya 15º de alcohol, se elabora con las uvas de la finca La Valcabada de sólo 0,8 Has, plantada en 1920, en terreno arenoso y de pie franco. Un vino elegante, fino, potente y muy largo en boca. Se trata de un tinto del que apenas se elaboran 1500 botellas y anoche cayeron al enos cinco de un vino de supera los cien euros la botella. Un vino de los de tomar tras comer, para disfrutarlo mejor: un muy buen vino.
Por último la cata se redondeo con un blanco, con un nombre al menos curioso: San Juan (SJ) de Anteportalatina, del 2015. Un blanco con aroma floral y frutal, aunque de boca más corta que varios de los tintos probados. Con una acidez notable pero bein suave en boca. En comparación con algunos vinos tintos, este vino blanco quedaba fuera de sitio.

Y Joaquin saco una bandeja de quesos, algunos blandos, otros del tipo payoyo y otros tipo manchegos curados, para amenizar la tertulia final en una cata muy agradable, en buena compañía, y con la satisfacción de ver como a algunos que han tenido un pequeño susto en su salud (Manuel A.), están recuperados y henchidos de moral y ganas de disfrutar.