jueves, 21 de abril de 2022

Había ganas de cata. Visita el miércoles a nuestra cata de vino Montilla-Moriles

    Ya era hora, y se hizo el día que pudiéramos ir tranquilos a la cata de vino a degustar cinco (las que venían con la entrada de 10 €, incluida la copa) o más consumiciones con los amigos.
   

     El miércoles se inauguró oficialmente la cata y allí nos presentamos con deseos de felicitar a Rosa Gallardo, la directora de ETSIAM de Córdoba, como nueva embajadora de los vinos y de la cofradía de la DO Montilla-Moriles. Al ser por la mañana no había necesidad de sacar los cinco tiquets, y más bien se trataba de buscar aquella bodega que tenía al amigo productor que nos invitaba a la copa. De esa manera visité tres o cuatro casetas a saludar y brindar con ellos por su éxito en las ventas.

     Por la tarde noche quedamos los compañeros de trabajo, yo como recién jubilado, y ellos algunos en edad muy próxima y otros muy recientes. Es decir, 2 menores de 30, uno de 50 y dos que rebasamos los 60. Los más jovenes, aún estan en la fase en que los finos les parece fuertes de principio, pero que las bodegas han hecho un gran esfuerzo en modernizar vinos y envases para hacerlos atractivos sin necesidad de abrir las botellas. Un acierto pleno de algunas de ellas.

    Rondamos por Lagar Blanco, El Gallo, Toro Albalá, Alvear, El Monte, Maíllo y alguna más, probando en la mayoría de los casos dos vinos en cada una de ellas. Resaltar como decía antes, el vino de tinaja de Lagar Blanco (LB), el Cuestablanca, con 14,5º pero suave en nariz y potente en boca. El 3 miradas de Alvear, y aparte, el Dos Claveles, de Toro Albalá, con 12,5º y con el público joven encantado con él. De vinos más hechos, probamos como intermedio el fino 3 de LB; el fino Los Naranjos de El Monte; Finura de El Gallo, y ya más hechos el Saavedra de Maíllo y el Fino CB en Rama de Alvear. Estos cinco y sobre todo los dos últimos, como vinos más hechos a la boca de los mayores y conocedores de los finos. 



    En LB nos hizo delicias en la boca el Ooroso de Lagar Blanco, un vino para saborear y cerrar la noche; tras tomar distintos platos y en particular la mazamorra de La Montillana, que hizo maravillas con los vinos tomados.

martes, 19 de abril de 2022

Cata de Grandes Pagos de España (II) el lunes 18 de Abril

La empresa "@grandespagos" terminó de hacer una presentación a cargo de Bernardo Lucena, de vinos de distintas zonas de España y que los tiene representados en su portafolio. 

 

Fueron en total 7 vinos de lugares tan distintos como País Vasco, Comunidad Valenciana, Andalucía, Extremadura, Galicia, Baleares y Rioja. Blancos, tintos y un amontillado. Empezaré.


Tras la presentación de las bdegas participantes en los granges pagos (35) y en la cata (7), Bernardo pasó a la cata de un modo que a mí me resulta muy familiar, ya que hace las catas con pocas explicaciones y que sea el vino el que hable y nos diga qué es lo que nos ofrece a los sentidos. Pero en esta ocasión fue quizás demasiado conciso, lo que puede llevar a que mis notas de cata sean poco consensuadas con los otros participantes, y sean más bien notas personales.

 

- Malkoa 2016, de la bodega Astobiza, DO Txakoli de Alava, 100% de uva Ondarrabi Zuri. Un vino con 12,5º de alcohol producido en parcelas de una finca de 10 Has, el cual ha pasado 20 meses de crianza con sus lías finas en depósito ovoide de hormigón. El vino a pesar del 2016, tenía un precioso color y presentaba notas de fruta blanca, café. En boca era untuoso pero se quedaba algo corto, y eso que la acidez de 6,5 g/L apenas se notaba. A mi parecer se quedaba corto ya por un tiempo excesivo en botella, y no es que fuera de una añada trasnochada, sino la que ponen en el mercado.

 

- Fillaboa selección Monte Alto 2019, de Fillaboa, DO Rías Baixas, 100% Albariño. Había pasado este vino blanco 24 meses de crianza sobre lías en depósitos de acero inoxidable. Con 13º de alcohol, el vino tenía una rica y expresiva fragancia en nariz a fruta blanca. La acidez, también de 6,5 g/L, era marcada y notoria y hacía que el vino jugara en la boca ya que a diferencia del anterior, era bien puntiagudo y demandaba otro sorbo. Me gustó.

- Desconfío de la gente que  no bebe 2019, de Bodega Ribas, IGP Vi de la Terra Mallorca, 100% Mantonegro. Este vino tinto había pasado por 12 meses de crianza en barricas nuevas de roble francés, y que se notaba ligeramente en nariz por su finura, marcado más por aromas a fruta roja, que continuaba con una muy buena acidez, mejor boca, cálida y mucha fruta tras degustarlo. Una sorpresa la variedad y el vino.

 

- La Raya 2018, de Palacio Quemado, Vino de la Tierra de Extremadura, 100% Trincadeira. Fermentado en depósitos de hormigón, la maloláctica la realizó el tinto en tinas de roble francés de varios años, de 500 y 5000 litros, para luego pasar 18 meses de crianza en dichos recipientes. Una sorpresa esta variedad lusa, que ya era hora de conocerse en nuestra tierra, ya que se trata de un viñedo adaptado al clima y con la experiencia de viticultura de muchos años por nuestros vecinos. Aromas a fruta roja, regaliz y eucalipto, con una sensación en boca muy cálida (14º de alcohol) y ácida, con cuerpo y regaliz de nuevo. Muy suave y elegante. Otra sorpresa de la noche.

 

- Finca Terrerazo 2019, de Mustiguillo, DO Pago el Terrerazo, 100 % Bobal. Un tinto macerado 22 días con sus hollejos, para hacer la fermentación maloláctica en tinas de roble francés de 35 y 50 Hl, haciendo batonage de 5 a 8 semanas, para luego pasar 18 meses de crianza en dichas tinas. Este vino la fruta era negra, algo cerrado, con notas a especias y madera. En boca se notaba ácido y que contrastaba con una sensación  astringente, no excesiva, que a mí me gustó mucho y que resaltaba la fruta negra. Un vino diferente a los anteriores de la noche, pero que me gustó mucho.


- Finca Valpiedra Reserva 2015, Finca Valpiedra, DO Ca Rioja, 92% Tempranillo, 4% Graciano y 4% Maturana. Un tinto con 22 meses de crianza en barricas de roble francés. Este vino era la suavidad total en contraposición al anterior, y eso que tenía 6 g/L de acidez. Aromas a fruta roja y negra, también aromas lácteos, especias y café. Una boca suave y muy equilibrado en su conjunto. A muchos nos gustó


- Amontillado Tío Diego, De Valdespino, DO Jerez, 100% palomino Fino. Las viñas estaban plantadas en la colina de Macharnudo, de lo mejor de Jerez, y los vinos tienen 18 años de crianza de criaderas y soleras (10 años en crianza biológica y 8 de crianza oxidativa). El vino con un precioso color ámbar presentaba unos aromas a almendras y eucalipto muy suaves y elegantes. Aromas a especies, fragante y con acidez en boca, cálido, pero de nuevo muy suave. Las diferencias entre Jerez y Montilla-Moriles en cuanto a reciedumbre de nuestos vinos salió con fuerza a colación.

Tras la cata vinieron las viandas preparadas en el Hotel Soho de Av. América. Para empezar unos quesos de Valladolid, Quesería MonteQuesos, muy sabrosos. Sr trataba de cuñas del queso pataoveja o patamulo, presentado en forma de rulo, y que tenía un sabor excepcional, cremoso, tierno e intenso. Este queso tiene la mención como el mejor queso semicurado de Castilla y León.

Luego vinieron distintas tapas muy bien presentadas que precisaron de buscar las botellas de vino de la cata para saborearlas en su justa medida. Una muy
buena cata.



 

martes, 5 de abril de 2022

Cata de vinos de Grandes Pagos de España, el lunes 4 en casa de Joaquín y Araceli

Otra vez nos juntamos en casa de nuestros queridos anfitriones para catar buenos vinos en este caso de Ribera del Duero y Toro. Todos eran tintos que no coincidían en el año de cosecha, pero que dieron todos mucho juego, y que provenían de bodegas de Grandes Pagos de España, la asociación de productores españoles que se dedican a defender y promover la máxima expresión del terruño en vinos únicos y de muy alta calidad, capaces de reflejar fielmente el suelo, subsuelo y clima donde se producen.

Las bodegas de esta asociación, 35, ocupan sólo 2.600 Has y la mayoría trabajan ya en viticultura ecológica produciendo más de cuatro millones de botellas entre todas, lo que da idea de que son bodegas pequeñas o medianas, pero que exportan casi el 50% de los vinos que producen a precios, la mayoría, entre 20 y 30 euros.

Llegó de Grandes Pagos de España, Beatriz, una técnico comercial que nos habló de las caracteristicas de la zona, como suelos y clima, así como la historia de su fundación por las cinco bodegas pioneras, entre las que se encontraba la dirigida por el Marqués de Griñón, que hizo de catalizador para que llegara a buen puerto, y ahora sean 32 las bodegas participantes, entre ellas la de Alvear.

Tras Beatriz, dirigió de manera muy práctica Miguel del Yerro, de una de las bodegas en concreto de Alonso del Yerro, y se probaron los siguientes Vinos de Pago:

 1. Alonso del Yerro 2018, DO Ribera del Duro. 100% Tempranillo con 12 meses en barricas de roble francés, y sólo el 6% son barricas nuevas. Producen 60.000 botellas y el vino mostraba unos excelentes aromas a fruta roja y negra, con una entrada en boca suave, frutal y redonda. Un vino refrescante con la justa acidez.


2. Preludio de Sei Solo 2018, DO Ribera del Duero. 100% Tempranillo con 20 meses en barricas de roble francés, de 225, 500 y 600 litros. Producen 30.000 botellas y el vino mostraba un aroma a fruta cálida, de hueso, algo vegetal, muy original. En boca también muy agradable mostrando las notas vegetales anteriores.

3. Aalto 2019, DO Ribera del Duero. 100% Tempranillo con 18 meses en barricas de roble francés y americano. Producen 300.000 botellas y el vino mostraba aromas a fruta roja de hueso y hueso, yogur y la madera, la cual se nota también en boca. Muy elegante, suave y sabroso.


 4. Abadía Retuerta, Pago Negralada 2016, IGP Vino de la Tierra de Castilla y León. 100% Tempranillo con 16 meses en barricas de roble francés. Producen 11.000 botellas y el vino mostraba un aroma dulzón a especies y lácteos, con una boca muy equilibrada a fruta roja y especias. En boca es el que mostraba una personalidad menos definida, pero muy suave.

5. Mauro 2019, Vino de la Tierra de Castilla y León. 90% Tempranillo más Syrah y Godello. 15 meses en barricas y fudres de roble francés y americano. Producen 300.000 botellas y el vino mostraba una nariz frutal negra y roja, madera de calidad. En boca era algo astringente, ácido, refrescante y con mucha fruta roja.


6. San Román 2019, DO Toro. 100% Tinta de Toro con 24 meses en barricas de roble francés. Producen 112.000 botellas y el vino mostraba fruta roja y negra, regaliz, especiado y madera en nariz. En boca muy suave, mucha fruta, lácteos, muy rico. La nueva forma de los vinos de Toro.

 7. Numanthia 2016, DO Toro. 100% Tinta de Toro con 18 meses en barricas de roble francés. Producen 95.000 botellas y el vino tenía complejidad en nariz con mucha fruta roja y negra. En boca era ligero, equilibradio pero parece como si faltara vino, ya que los aromas estabana más diluidos de lo que se esperaba en nariz.

Tras la cata vinieron las viandas que prepararon y que las fotos dan idea de su cantidad y calidad. Como siempre todo perfecto.

  

Cata de vinos elaborados con la variedad autóctona, Montepila

    Pues sí, más que probar marcas de vino, en esta reunión tratábamos de catar vinos con la antigua y autóctona variedad Montepila. Esta vid se encuentra calificada como vidueño en la DO Montilla-Moriles, y se ha empleado para bajar el contenido en azúcar de las uvas Pedro Ximenez, ya que ésta supera con facilidada los 250 g/L, mientras que la Montepila como mucho se acerca a los 200. La pregunta es ¿qué puede aportar por sí misma la Montepila, si se elabora sólo como única variedad de uva? Pues en principio, pocos grados de alcohol en los vinos, pero tiene algo que no tiene la PX y es un hollejo duro, más aromático, que puede que se le pueda sacar algo más.

 
 
    Y de eso se trata este entrada, que en Córdoba se elaboran vinos con Montepila, para nosotros desconocido, ya que estoy dirigiendo un TFG sobre esta misma variedad: cuando los planteamos, no sabíamos que ya hubiera Montepila en el mercado. Afortunadamente, se hicieron mifificaciones en la elaboración que han hecho y conseguido ser un trabajo original. Las modificaciones son: maceración carbónica prefermentativa en frio con los racimos enteros, tras la fermentación a baja temperatura se siguió una crianza sobre lías finas, y embotelló. Los vinos Montepila que hay en el mercado los elabora una nueva bodega, Hathor, liderada por gente joven, como Angie, una brillante vitivinicultora que realizó estudios de 2º ciclo en un ciclo superior en Montilla. El extraño nombre hace referencia a la diosa egipcia de la salud y el equilibrio físico y mental. Ellos elaboran la Montepila, mediante maceración de las uvas rotas con sus hollejos a baja temperatura durante 15 horas, fermentación, tratamiento de las lías y posterior crianza en barrica nueva de roble francés por 3 meses.
 


    El jueves, 31 de Marzo, nos juntamos en casa personas aficionadas al mundo del vino y otras de la Asociación de Sumilleres, además de Angie. La cata fue a ciegas, con Fernando como maestro de reparto de vino que dispuso las botellas nuestras: unas sin lías, otras con lías (todas elaboradas en el 2020, o sea con 2 años y 6 meses); y las de la bodega Hathor (con 3 meses desde el embotellado), en orden desconocido por todos menos él. Al final, la primera botella con el vino más evolucionado en color fue el nuestro sin lías, el segundo fue el tratado con lías (muy joven por el color) y que apenas se diferenciaba en tonalidades con el de la bodega. Las lías, son siempre las lías, como mejor antioxidante natural del vino.

    En la cata (12 prticipantes) y valorando los atributos de cada vino en nariz y boca, según la puntuación de la hoja de cata sobre 90 puntos, en vez de 100 puntos, ya que no se valoró el color puesto que los tres tenían un precioso color. 

De las notas de cata salió lo siguiente:

- el vino de la bodega Hathor consiguió 62,5 puntos, sobre 90;

- el vino sin tratamiento de lías, 56,3 puntos, sobre 90;

- el vino con tratamiento de lías, 55 puntos, sobre 90.


Desde aquí agradecemos a los participantes su colaboración.





domingo, 3 de abril de 2022

Taberna El Cerezo, en el barrio de Poniente

    Hay semanas que valen por dos, o tres, y tres serán las entradas de los visto y experimentado la semana pasada. 

    Este domingo, 3 de abril, hemos ido mi pareja y yo, con unos vecinos, a comer a la Taberna o bar El Cerezo, que está en el barrio de Poniente el cual está dominado por la presencia del Hospital Quirón. Es una taberna de barrio, que se caracteriza por servir una de las mejores cervezas que se pueden degustar y que realmente dejan la sensación de enfriar cualquier ánimo y disfrutar del ambiente de barrio de la ciudad, lo cual es bastante.

    Los entrantes, llaménse ensaladilla rusa, la hacen muy bien, lo cual es un punto para quien piensa que lo principal de una cocina son los platos sencilllos, y que cada uno tiene en su sentido recuerdo maternal. 

                El siguiente fue un plato de patatas fritas en láminas, con huevos y lascas de jamón. Nada que comentar, correctas.

    Después se pidieron varios platos, entre ellos unos calamares, bien fritos pero excesivamente aceitosos, de los cuales en la foto se da uidea de cuan surtido era el plato, y no sólo recubierto de ensalada y algo más. Pero el aceite desmerecía su frescura.


    El siguiente fue una ración de bacalao frito, unos buenos y jugosos trozos, que sí hacían gala de frescura, buena fritura y calidad. Quizás el generoso tamaño de los trozos compensaba el  aceite.

    Para terminar, un plato de carrillada con solo tres trozos que hubo que cortar para los cuatro y que dieron de sobra para una buena y abundante comida de mediodía de domingo en un buen bar de barrio.

 

    La cuenta en total 76 euros.




La Picanha, nueva vida y formas para Ciudad Jardin

La Picanha es un restaurante regido por un paraguayo que lleva 20 años en España, y dos en Córdoba, y que se ha hecho un hueco en la restauración en el barrio y en la ciudad. Trabajan muy bien la carne como es obligatorio en un ciudadano que conoce las carencias de los cortes y las carnes sobre todo de vacuno, que se dan aquí.

 

Allí nos plantamos los tabernícolas el pasado viernes 1 de Abril con la intención de disfrutar del día, de la conversación y de las viandas.

Una idea de cómo nos gustó la comida, es que casi antes de hacer la foro ya se habían abalanzado sobre los platos, los amigos tabernícolas (al igual que yo). 

El primer plato fue una ensalada mediterránea bien surtida, ya que la especial con queso, cortes de carne y más nos parecía redondear el cuadrado. Tras éste le siguieron un plato de chorizo criollo, cuya única referencia es ese trozo que decora levemente el plato.

Y con buen criterio en el restaurante, nos recomendaron el plato especial para tres comensales de Picanha, que dio para los ocho comensales y que no sobró de acuerdo con el criterio de algunos comensales. La pueba es el plato que se ve en medio de la mesa y con ya varias porciones repartidas, y bien comidas.

 

Tras esto se plantaron en la mesa varias raciones de tarta de queso que redondearon una buena aproximación a la comida del cono Sur. 

Comimos por 20 euros por cabeza. Bien, muy bien. Nuestro aplauso a los propietarios con quienes intercambiamos algunas frases de cuando vinieron, como les va y las planes de expansión que tienen ya y los que vendrán.