La encontramos en la calle San Francisco, cerca de la Plaza del Potro.
Por esta típica taberna, tan conocida y reconocida, parece que el tiempo pasa más lentamente por ella. En estos días de tanto calor, el frescor de la sala estaba conseguido como en tiempos pasados, por ventiladores, y en la puerta de la entrada, dos lienzos gruesos de tela no dejaban pasar el sol pero sí la brisa. El ambiente tranquilo también se notaba ese día en la sala; los turistas que estaban tapeando hablaban en un tono tan bajo, que obligaba a casi sisear a los demás parroquianos. Y es que el calor que hace estos días de verano achanta al personal.
Por esta típica taberna, tan conocida y reconocida, parece que el tiempo pasa más lentamente por ella. En estos días de tanto calor, el frescor de la sala estaba conseguido como en tiempos pasados, por ventiladores, y en la puerta de la entrada, dos lienzos gruesos de tela no dejaban pasar el sol pero sí la brisa. El ambiente tranquilo también se notaba ese día en la sala; los turistas que estaban tapeando hablaban en un tono tan bajo, que obligaba a casi sisear a los demás parroquianos. Y es que el calor que hace estos días de verano achanta al personal.
Menos mal que hay sitios como éste, una casa del siglo XVIII, convertida en taberna en 1872. Con un patio de columnas y mesas de forja y mármol blanco. Tuvo y tiene buena salud, pero hace unos años se pensó en reconvertir en hotel y hasta se formó una plataforma para su defensa. El personal que lo ha frecuentado es muy variado, desde vecinos, turistas, gente de pocos fondos (por su buena relación calidad-precio), y progres, que siempre la han sentido como parte del alma cordobesa. Otra Taberna de Plateros, la de plaza de Séneca, sí es parte de un hotel y casi ha perdido su sentido. Y el vino que probamos, ha sido el primero que hemos saboreado el olor del vinagre, un magnífico error. Esperemos que se enmienden.
Volviendo a la del Potro, el fino que tomamos fue el Platino, propio de la Sociedad de Plateros. De intenso color amarillo dorado, con aromas a frutos secos y en boca potente, salino, algo amargo, con un notable retrogusto. Un buen fino, potente, serio, para ser tomado en frío, y que invita al tapeo y a la conversación.
Volviendo a la del Potro, el fino que tomamos fue el Platino, propio de la Sociedad de Plateros. De intenso color amarillo dorado, con aromas a frutos secos y en boca potente, salino, algo amargo, con un notable retrogusto. Un buen fino, potente, serio, para ser tomado en frío, y que invita al tapeo y a la conversación.
En esta reunión recordamos las canciones de larga duración, aquellas de mas de 10 minutos y que ocupaban buena parte o casi toda una cara de los LPs, en las que el tema entraba en un bucle que enganchaba: I hearded it through the grapevine, de Creedence Clearwater Revival; Funeral por un amigo, de Elton John; Foreigner de Cat Stevens, algunas canciones de Extremoduro, Emerson Lake and Palmer, y alguna más. Todo esto adobado con unas alcachofas con anchoas y unos boquerones. Y todo a muy buen precio. Por el simple gusto de hablar en una taberna tan cordobesa.
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