sábado, 4 de diciembre de 2021

Taberna el Cosso de la Carbonería

Las entradas en internet (ej. Tripadvisor) sobre el Cosso de la Carbonería, dejan un regusto a que es mal regentado, o servido, o bien que lo contrario. ¿Hay punto medio?  Por supuesto que no fuimos a deshacer el entuerto, sino a comer diez amigos, cinco parejas, a un sitio que diera el sol y que se comiera aceptablemente y a buen precio. Y fuimos allí una buena tarde de viernes tras el trabajo.

El servicio fue rápido y atento, siempre y cuando coincidera con el camarero que llevaba la comanda porque había tanta gente fuera comiendo, que había muchos camareros sirviendo a distintas mesas. Cuando todo marcha bien, parece que la comida llega antes: así fue. Sorpresa uno.

La calidad de la comida responde al precio y a la cantidad servida, en ambos casos la cantidad era más que aceptable, y el precio razonable, por lo que a la mano de uno que visitaba frecuentemente, se pidieron platos más consolidados por dicho visitante asiduo.

Tanto personal de servicio parece que confundía, porque todos nos parecían adecuados para traernos a cada rato unas bebidas o unas comandas, que afortunadamente no se repitieron. Los camareros sugirieron algunos platos, bien escogidos, y todo acabó con una cuenta de 21€ por persona, pidiendo casi pantagruelicamente dos o tres raciones de cada: ensaladas varias, salpicón de mariscos, champiñones plancha, bacalao frito, carrillada, flamenquines,..., y un postre de tarta de queso enorme.

Como bien se puede resumir, la feria depende de cómo y con quién nos juntemos. En nuestro caso, el encuentro fue a pedir de boca y la comida a pedir de estómago y bolsillo.




martes, 30 de noviembre de 2021

Adega Ponte da Boga, una privilegiada cata con vinos muy a tener en cuenta

        La Adega Ponte da Boga, una bodega en Orense y en la DO Ribeira Sacra nos visitó en casa de Joaquín y Araceli el lunes 29 de Noviembre. Una bodega que es la segunda mayor en producción de dicha DO y que produce quinientas mil botellas de vino blanco, tinto y algún licor que otro. La visita provocó una afliuencia masiva de compañeros que es de agradecer porque el ambiente siempre es relajado, cambiante y muy estimulante para la amistad alrededor de una charla sobre vinos, el mundo y sus habitantes más cercanos.


        La Ribeira Sacra siempre ha sido una zona de cultivo para consumo local, y todo ha ido retrasado, hasta el mildiu que se retrasó y se dio una vuelta por allí en 1920, cincuenta años más tarde que por Francia. Ponte da Boga inaugurada en 1996, tiene nuevos propietario a partir del 2006 y tuvieron la gentileza de mandar a dos representantes muy bien preparados y con las ganas justas de hablar de vinos, sino más bien que los vinos hablaran, lo cual es muy de agradecer.

        En Ribeira Sacra y en esta bodega, la uva tinta mayoritoria, mientras que de las blancas es la Albariño.

        Pues de esta bodega probamos 6 vinos, dos de las vareidades blancas: Godello y Blanco Lexítimo; y cuatro de las tintas, Mencía (dos vinos), Merenzao y Sousón. Los suelos son pizarrosos (80%) y graníticos, como en otras DO reconocidas por su calidad como Priorat o Douro. Los vinos tenían entre 13 y 13,5 % de alcohol.

        La G. Godello 2020 y con un color amarillo verdoso-limón, mostraba aromas de fruta blanca de hueso y con un gusto en boca más que goloso que ácido, y eso que tenía 5.5 g/L de acidez. Buen comienzo, y que dividió al personal entre su calidad y la del siguiente vino.

        B. Blanco Lexítimo 2020, tenía una nariz y color a limón más marcada que la godello. Esta variedad es la albarín blanco y que sé que se cultiva en varias bodegas de reconocido prestigio. La sensación en boca me gustó mucho por su aromaticidad, siendo más ácido y redondo en sensaciones que el primero. Me gustó mucho.


        El primer tinto fue una botella P. Mencía 2016, con la curiosidad de que se añadió un 18% de raspón, manejo que no se repitió más que para esa cosecha y esa variedad aunque otros productores minoritarios y exclusivos gallegos son capaces de meter toda la uva con raspon y macerar así. El vino tenía ya tonos rojizos, con aromas de fruta roja y cerezas y algo de la presencia en barrica francesa usada durante 10 meses.



        El siguiente fue otro Mencía, Bancales Olvidados, de dos viñedos muy especiales que le hacía ser un vino con mucha capa, más ácido que el anterior, con notas de fruta roja. Muy rico en boca, redondo y por supuesto más persistente que el anterior. Este tenía 14% alcohol.

        Dos vinos  con dos variedades que se emplean para completar la mencía en su fermentación, se presentaban en la noche con fermentaciones unicas: Merenzao y Sousón.

        El Capricho de Merenzao del 2013 era un vino ligero en nariz y en boca, a fruta roja, con un color rojizo marrón que indicaba su edad. No me llegó a convencer, aunque como vino de postre sí estaba bvien (al que lo guardó en copa).

        Por último el Capricho de Sousón del 2018 con un color muy atractivo, intenso, y con notas en nariz a madera y cerrado en su frutalidad. Un vino suave y rico, que en boca no da la sensación de redondez que su color da a entender o sugerir. Un vino suave y rico, sabor típico de la Ribeira Sacra, por lo que quizás es falta de costumbre.

        Tras la cata con un chupito de licor de café (bien sabroso), y en la que los precios de los vinos eran pero que muy razonables por la calidad demostrada, le siguió la cena que como siempre se prodigó en viandas de lo más sugerente, sabroso y ligero: quesos, lomo,  atún, carnes a la plancha. Mucho muy sabroso y compartido con una buena charla que hizo muy agradable la noche. Como para repetir y conocer nuevas bodegas.

                

        Tras la cata con un chupito de licor de café (bien sabroso), y en la que los precios de los vinos eran pero que muy razonables por la calidad demostrada, le siguió la cena que como siempre se prodigó en viandas de lo más sugerente, sabroso y ligero: quesos, lomo,  atún, carnes a la plancha. Mucho muy sabroso y compartido con una buena charla que hizo muy agradable la noche. Como para repetir y conoce
r nuevas bodegas.



viernes, 19 de noviembre de 2021

A Mortero, se come muy bien y el ambiente, entrañable

        Con motivo de una celebración familiar, he estado en A Mortero, el nuevo restaurante micro de Córdoba. El dueño lleva años dando vueltas por muchos sitios, hasta llegar a su ciudad natal y tratar de abrirse camino como otros muchos en la gastronomía cordobesa, que por cierto todo lo que es el centro está casi dominado por franquicias o tiendas foráneas.

        El bar restaurante está en la calle Alfaros 1, junto al Ayuntamiento, en una localización lo suficiente tranquila si el trafico lo permite, pero cada vez es más difícil hacer una incursión en coche por esa zona a menos que seas residente, que son muchos (G a D.m.).

                            


        Quien me lo recomendó fue un miembro destacado de nuestra Asociación de Sumilleres, por lo que no tuve dudas en que lo que buscaba: un lugar pequeño (lo es), acogedor (lo es), poco ruidoso (no lo es), y que se comiera bien (sin duda lo es).

        Sin más preámbulo paso a describir mi impresión del sitio.  La mesa que nos adjudicaron era un velador, pero suficiente, ya que la mesa de al lado que estaba reservada pero no vinieron, tenía una mayor. Quisieron cambiarla pero ya mitad de comida, lo que menos importa es ya el sitio, y sobre todo levantarse y parar el ritmo.


Menú.

1. Guacamole con langostinos. Nada de particular o reseñar, ya que en estas próximas fechas será un sabor muy común en las tapas de las mesas navideñas.


2. Ostras con picadita de pimientos

    Ceviche con mango

    Zamburiñas con mojo picón,

No estoy habituado a las ostras crudas, por lo que no puedo ni debo opinar, pero las zamburiñas, sobre todo, y el ceviche estaban muy sabrosas.

 


3. Garbanzos con calamar y mejillón. Se presentaba como se ve en la foto con una salsa oscura de la tinta, y un pique de curry verde al principio destacado a mal, pero cuando la boca se hizo a ello estaba realmente delicioso.

La otra bulliciosa mesa de al lado, repitieron el plato, lo que da idea de lo que comento.



4. Salmón con crema, gamba blanca y dátil. El mejor plato a mi parecer, por el salmón que era crema por lo bien hecho.



5. Lomo con couscous, boniato, dátil más agua de azahar. 

Debo decir que está bueno el plato pero le comenté al dueño que lo dulce le pegaba poco al lomo que no estaba precisamente muy adobado. Si se hubiera puesto el couscous arriba, y no al fondo, mejoraría porque ya el cliente decidiría por un sabor fuerte (lo normal) en lugar del sabor dulce acompañante.


6. Crema catalana, con crema de chocolates especiados y fruta deshidratada.

Sabroso el postre, pero muy grande el recipiente para el tamaño de lo ofertado. Ya digo, se podía repetir, pero ya a esa altura no más por favor. La mesa de al lado con jóvenes médicos repitieron algún plato.


      
         En resumen, buena y variado almuerzo con una comida de calidad, con vinos al perfil del precio final (45 €/persona), algunos mejores y otros pasables, aunque todos honrados por la atención de quienes lo servían. Les deseo buena suerte.

  
     

 

                                    

 


miércoles, 17 de noviembre de 2021

De nuevo estoy de vuelta con las catas. Narbona Solís no decepciona nunca

    Tras un largo tiempo se silencio, vuelvo a escribir algunas notas sobre las catas a las que he asistido. La ultima ha sido la invitación de la distribuidora Narbona Solís, a la presentación de un numero importante de bodegas y por tanto, un número inabarcable de vinos. Todos ellos con la cualidad comercial que se le supone, en donde tras cada botella hay un trabajo de muchas personas, desde el campo hasta ponerle la etiqueta.

    Fui por la tarde, y se supone que la asistencia fue mayor por la mañana, pero cuando no se puede es mejor disfrutar con lo que se tiene, que es lo mismo pero con un número menor de amigos de la asociación de sumilleres. Me acompañó un futuro miembro de la asociación y también aficionado al mundo del vino.

    Nada más entrar, las chicas de recepción habían sido alumnas mías en otra titulación y parece que se acordaban favorablemente de su profesor, y por otra parte, en la distribuidora hay ya varios comerciales de gran peso y saber hacer, que facilitaban cualquier duda.



    La primera entrada fue probar vinos no comunes de nuestra geografía, como el vino de uva carrasquín proveniente de pagos asturianos de Cangas de Narcea, o bien los Mencía y su combinación con uvas gallegas que llenaban la botella de vinos de Ribeira Sacra, o los de la variedad garnacha. Tengo que reconocer que a veces soy un poco atrevido y me gustan más los vinos de variedades poco comunes, pero que si se mira con perspectiva son los de uvas mejor adaptadas al terreno.


    Aunque al final, la suavidad y elegancia de los vinos tempranillo y su combinación con otras variedades en la Rioja, es indiscutible.

    También había una buena representación de cavas y vinos espumosos, algunos de ellos que no conocía su marca pero que provenían de la ramificación de nuevos enólogos que con experiencia se apartan o separan de la marca paterna o matriz.

    En esquinas estaban los quesos de dos marcas, muy buenos, y en un reservado, una mesa con chocolates que no cayeron en el olvido por mi parte.

    En resumen, una cata muy entretenida, con muy buenos vinos y muchos de ellos a precios interesantes para las fechas navideñas, que ya se adivinan en el ambiente 

martes, 19 de octubre de 2021

Cata de vinos de Grandes Pagos de España

         De nuevo retomo las crónicas en el blog de Aderramar vinos, con la idea de mostrar aquellas actividades que se realizan al amparo de la Asociación de Sumilleres de Córdoba.

        La cita fue el 18 de Octubre en la casa de Joaquín y Araceli como siempre, lo que da una continuidad y bien hacer que agrada a todos los asistentes. Lo único diferente fue que las viandas no fueron preparadas por ellos, sino por el cocinero del restaurante El Paseo Ibérico (Calle Lucano, 2).

        La introducción por parte de Celine de la asociación de productores, Grandes Vinos de España, fue muy resumida y clara. Dicha asociación tiene por objetivo "defender y promover la máxima expresión del terruño en vinos únicos y de muy alta calidad capaces de reflejar fielmente el suelo, subsuelo y clima donde se producen". 

                                        

        En total son 35 bodegas, la mayoría situadas en las riberas del Duero y el Ebro, aunque las cinco bodegas iniciales son de la zona centro de la península: Finca Élez, Marqués de Griñón, Calzadilla, Dehesa del Carrizal y Pago de Vallegarcía. Todas o la mayoría de las bodegas que pertenecen a Grandes Pagos las conozco, bien de oídas y lo mejor, por sus vinos.


        
        Continuó después Bernardo Lucena, enólogo de la Bodega Alvear, con la dirección de la cata.

        Comenzó con el vino espumoso elaborada por métodos tradicional, Gramona III Lustros 2013. No tiene el nombre de cava ya que no pertenece a dicha DO, ya que no tiene adscripción a alguna Denominación de Origen: se adscribe a la zona Corpinnat. Esto significa que pertenece al corazón (cor) del Pinnat, antiguo nombre del Penedés.

        Se trata de un vino espumoso elaborado con Xarel·lo y Macabeo con 7 años de permanencia en botella. 



        La copa fue la misma que para los otros vinos, y no en copa tipo flauta que es la típica para beber vinos espumosos. Es un vino amarillo pajizo. Con escasa burbuja pero buen contenido en carbónico, que disminuye a los pocos minutos. En nariz muestra tonos tostados y a frutos secos. A mi parecer este vino estaba ya en fase de declive, pero su elegancia en boca compensaba los 30 euros por botella.

        El segundo vino fue el Vino de Pueblo, 3 Miradas 2019, de Alvear


        Elaborado sólo con Pedro Ximénez y fermentado en botas para continuar con crianza biológica (bajo velo de flor) en tinajas de 300 arrobas. Sólo tiene 13,5º de alcohol, lo cual es un mérito en la zona de Montilla-Moriles, puesto que la madurez fenólica de las uvas se alcanza con más cantidad de azúcar en las uvas, De color amarillo pajizo intenso (con leves notas verdosas), en nariz es limpio, con dulzor ya que huele a manzana madura y también a hierba seca, aromas propias de la crianza biológica, pero que se aprecian sin dominar el aliento del vino. En boca es ligero y poco persistente, pero parece que el vino pedía guerra, y cuando se agitaba en boca el vino se hacía más vino y de calidad (11,60 euros la botella).

        De la bodega Dehesa del Carrizal se cató un tinto 2017 de su Colección Privada, y de la D.O. Pago Dehesa del Carrizal (Toledo). 


    Está elaborado con Cabernet Sauvignon (80%) más Syrah (20%), y con 14 meses en barrica de roble francés. Con un elegante color cereza y con tonos rojos. Aroma a pimiento rojo (no verde), cacao y pimienta negra. En boca era complejo y cálido, y su paso era ligeramente astringente. Nos pareció un buen vino, si bien la botella cuesta 27 euros.

        El cuarto vino fue el Tadeo 2017 de Cortijo de los Aguilares de la DO Sierras de Málaga



La uva Petit Verdot era la única con la que fue elaborado, una variedad francesa que requiere unas condiciones climáticas y de cultivo bastante afinadas para obtener uvas sin enfermedades a causa de la humedad. En su aspecto visual destacaba la capa intensa de color cereza. En nariz de apreciaban las notas vegetales, a frutos rojos también y regaliz propias de la P. Verdot. En boca es cálido y no muy ácido pero que se compensa de sobra por su persistencia en boca. Muchos pensábamos que era el mejor por ahora, pero su precio de 35 euros lo hace destinatario de compras muy señaladas.

    Estrecho del 2018 fue el vino que tomamos de la bodega Enrique Mendoza, situada en la DO Alicante


        La variedad Monastrell es la única que contenía este vino tinto que presentaba una modificación en su elaboración curiosa, ya que los orujos (resto de pieles y semillas de las uvas) se retiran cuando la densidad óptica era de 1000. De un color cereza de intensidad medio-alta, menor que el anterior. Tras 16 meses en barrica de roble francés se embotellan y que se salen al mercado 21 euros, un buen precio dada la calidad del vino. Debo decir que este vino fue el primer vino que compré (hace ya la pira de años) a un precio alto que esperaba debía ser bueno.

        El ultimo vino fue el Zarcita 2018 de Palacio Quemado (adscrita a Alvear) un vino perteneciente a la DO Vino de la Tierra de Extremadura y elaborado con dos variedades portuguesas, Touriga nacional y Trincadeira, más Garnacha Tintorera y Syrah


        La fermentación se hizo estanques de hormigón y acero, y sólo el 25% permaneció en hormigón ya que el 75% se mantuvo en barricas de robles francés durante 8 meses. Un vino de color rubí con limpias notas frutales, quizás era más ligero o menos contundente que los anteriores pero su precio de 9 euros en bodega y 11 en tiendas, le hace muy atractivo y posiblemente de consumo más rutinario que alguno de los anteriores tintos.

        Tras la cata vino la comida, muy rica y sabrosa que comenzó con cata de un excelente aceite de oliva, tacos de queso, rodajas de embutido de lomito ibérico, filetes de arenque o sardina (no recuerdo) en costa bien regada con aceite, ventresca de bonito y unos exquisitos filetes de lomo de cerdo, hechos en su punto y regados con aliño de perejil. 



Treinta seis miembros de la asociación nos juntamos allí, que con jolgorio y bullicio oral dimos buena cuenta de las vianda, esperando ya a la próxima cata nos fuimos a eso de las once para nuestros hogares.