Tras un largo tiempo se silencio, vuelvo a escribir algunas notas sobre las catas a las que he asistido. La ultima ha sido la invitación de la distribuidora Narbona Solís, a la presentación de un numero importante de bodegas y por tanto, un número inabarcable de vinos. Todos ellos con la cualidad comercial que se le supone, en donde tras cada botella hay un trabajo de muchas personas, desde el campo hasta ponerle la etiqueta.
Fui por la tarde, y se supone que la asistencia fue mayor por la mañana, pero cuando no se puede es mejor disfrutar con lo que se tiene, que es lo mismo pero con un número menor de amigos de la asociación de sumilleres. Me acompañó un futuro miembro de la asociación y también aficionado al mundo del vino.
La primera entrada fue probar vinos no comunes de nuestra geografía, como el vino de uva carrasquín proveniente de pagos asturianos de Cangas de Narcea, o bien los Mencía y su combinación con uvas gallegas que llenaban la botella de vinos de Ribeira Sacra, o los de la variedad garnacha. Tengo que reconocer que a veces soy un poco atrevido y me gustan más los vinos de variedades poco comunes, pero que si se mira con perspectiva son los de uvas mejor adaptadas al terreno.
Aunque al final, la suavidad y elegancia de los vinos tempranillo y su combinación con otras variedades en la Rioja, es indiscutible.
También había una buena representación de cavas y vinos espumosos, algunos de ellos que no conocía su marca pero que provenían de la ramificación de nuevos enólogos que con experiencia se apartan o separan de la marca paterna o matriz.
En esquinas estaban los quesos de dos marcas, muy buenos, y en un reservado, una mesa con chocolates que no cayeron en el olvido por mi parte.
En resumen, una cata muy entretenida, con muy buenos vinos y muchos de ellos a precios interesantes para las fechas navideñas, que ya se adivinan en el ambiente
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