martes, 30 de noviembre de 2021

Adega Ponte da Boga, una privilegiada cata con vinos muy a tener en cuenta

        La Adega Ponte da Boga, una bodega en Orense y en la DO Ribeira Sacra nos visitó en casa de Joaquín y Araceli el lunes 29 de Noviembre. Una bodega que es la segunda mayor en producción de dicha DO y que produce quinientas mil botellas de vino blanco, tinto y algún licor que otro. La visita provocó una afliuencia masiva de compañeros que es de agradecer porque el ambiente siempre es relajado, cambiante y muy estimulante para la amistad alrededor de una charla sobre vinos, el mundo y sus habitantes más cercanos.


        La Ribeira Sacra siempre ha sido una zona de cultivo para consumo local, y todo ha ido retrasado, hasta el mildiu que se retrasó y se dio una vuelta por allí en 1920, cincuenta años más tarde que por Francia. Ponte da Boga inaugurada en 1996, tiene nuevos propietario a partir del 2006 y tuvieron la gentileza de mandar a dos representantes muy bien preparados y con las ganas justas de hablar de vinos, sino más bien que los vinos hablaran, lo cual es muy de agradecer.

        En Ribeira Sacra y en esta bodega, la uva tinta mayoritoria, mientras que de las blancas es la Albariño.

        Pues de esta bodega probamos 6 vinos, dos de las vareidades blancas: Godello y Blanco Lexítimo; y cuatro de las tintas, Mencía (dos vinos), Merenzao y Sousón. Los suelos son pizarrosos (80%) y graníticos, como en otras DO reconocidas por su calidad como Priorat o Douro. Los vinos tenían entre 13 y 13,5 % de alcohol.

        La G. Godello 2020 y con un color amarillo verdoso-limón, mostraba aromas de fruta blanca de hueso y con un gusto en boca más que goloso que ácido, y eso que tenía 5.5 g/L de acidez. Buen comienzo, y que dividió al personal entre su calidad y la del siguiente vino.

        B. Blanco Lexítimo 2020, tenía una nariz y color a limón más marcada que la godello. Esta variedad es la albarín blanco y que sé que se cultiva en varias bodegas de reconocido prestigio. La sensación en boca me gustó mucho por su aromaticidad, siendo más ácido y redondo en sensaciones que el primero. Me gustó mucho.


        El primer tinto fue una botella P. Mencía 2016, con la curiosidad de que se añadió un 18% de raspón, manejo que no se repitió más que para esa cosecha y esa variedad aunque otros productores minoritarios y exclusivos gallegos son capaces de meter toda la uva con raspon y macerar así. El vino tenía ya tonos rojizos, con aromas de fruta roja y cerezas y algo de la presencia en barrica francesa usada durante 10 meses.



        El siguiente fue otro Mencía, Bancales Olvidados, de dos viñedos muy especiales que le hacía ser un vino con mucha capa, más ácido que el anterior, con notas de fruta roja. Muy rico en boca, redondo y por supuesto más persistente que el anterior. Este tenía 14% alcohol.

        Dos vinos  con dos variedades que se emplean para completar la mencía en su fermentación, se presentaban en la noche con fermentaciones unicas: Merenzao y Sousón.

        El Capricho de Merenzao del 2013 era un vino ligero en nariz y en boca, a fruta roja, con un color rojizo marrón que indicaba su edad. No me llegó a convencer, aunque como vino de postre sí estaba bvien (al que lo guardó en copa).

        Por último el Capricho de Sousón del 2018 con un color muy atractivo, intenso, y con notas en nariz a madera y cerrado en su frutalidad. Un vino suave y rico, que en boca no da la sensación de redondez que su color da a entender o sugerir. Un vino suave y rico, sabor típico de la Ribeira Sacra, por lo que quizás es falta de costumbre.

        Tras la cata con un chupito de licor de café (bien sabroso), y en la que los precios de los vinos eran pero que muy razonables por la calidad demostrada, le siguió la cena que como siempre se prodigó en viandas de lo más sugerente, sabroso y ligero: quesos, lomo,  atún, carnes a la plancha. Mucho muy sabroso y compartido con una buena charla que hizo muy agradable la noche. Como para repetir y conocer nuevas bodegas.

                

        Tras la cata con un chupito de licor de café (bien sabroso), y en la que los precios de los vinos eran pero que muy razonables por la calidad demostrada, le siguió la cena que como siempre se prodigó en viandas de lo más sugerente, sabroso y ligero: quesos, lomo,  atún, carnes a la plancha. Mucho muy sabroso y compartido con una buena charla que hizo muy agradable la noche. Como para repetir y conoce
r nuevas bodegas.



viernes, 19 de noviembre de 2021

A Mortero, se come muy bien y el ambiente, entrañable

        Con motivo de una celebración familiar, he estado en A Mortero, el nuevo restaurante micro de Córdoba. El dueño lleva años dando vueltas por muchos sitios, hasta llegar a su ciudad natal y tratar de abrirse camino como otros muchos en la gastronomía cordobesa, que por cierto todo lo que es el centro está casi dominado por franquicias o tiendas foráneas.

        El bar restaurante está en la calle Alfaros 1, junto al Ayuntamiento, en una localización lo suficiente tranquila si el trafico lo permite, pero cada vez es más difícil hacer una incursión en coche por esa zona a menos que seas residente, que son muchos (G a D.m.).

                            


        Quien me lo recomendó fue un miembro destacado de nuestra Asociación de Sumilleres, por lo que no tuve dudas en que lo que buscaba: un lugar pequeño (lo es), acogedor (lo es), poco ruidoso (no lo es), y que se comiera bien (sin duda lo es).

        Sin más preámbulo paso a describir mi impresión del sitio.  La mesa que nos adjudicaron era un velador, pero suficiente, ya que la mesa de al lado que estaba reservada pero no vinieron, tenía una mayor. Quisieron cambiarla pero ya mitad de comida, lo que menos importa es ya el sitio, y sobre todo levantarse y parar el ritmo.


Menú.

1. Guacamole con langostinos. Nada de particular o reseñar, ya que en estas próximas fechas será un sabor muy común en las tapas de las mesas navideñas.


2. Ostras con picadita de pimientos

    Ceviche con mango

    Zamburiñas con mojo picón,

No estoy habituado a las ostras crudas, por lo que no puedo ni debo opinar, pero las zamburiñas, sobre todo, y el ceviche estaban muy sabrosas.

 


3. Garbanzos con calamar y mejillón. Se presentaba como se ve en la foto con una salsa oscura de la tinta, y un pique de curry verde al principio destacado a mal, pero cuando la boca se hizo a ello estaba realmente delicioso.

La otra bulliciosa mesa de al lado, repitieron el plato, lo que da idea de lo que comento.



4. Salmón con crema, gamba blanca y dátil. El mejor plato a mi parecer, por el salmón que era crema por lo bien hecho.



5. Lomo con couscous, boniato, dátil más agua de azahar. 

Debo decir que está bueno el plato pero le comenté al dueño que lo dulce le pegaba poco al lomo que no estaba precisamente muy adobado. Si se hubiera puesto el couscous arriba, y no al fondo, mejoraría porque ya el cliente decidiría por un sabor fuerte (lo normal) en lugar del sabor dulce acompañante.


6. Crema catalana, con crema de chocolates especiados y fruta deshidratada.

Sabroso el postre, pero muy grande el recipiente para el tamaño de lo ofertado. Ya digo, se podía repetir, pero ya a esa altura no más por favor. La mesa de al lado con jóvenes médicos repitieron algún plato.


      
         En resumen, buena y variado almuerzo con una comida de calidad, con vinos al perfil del precio final (45 €/persona), algunos mejores y otros pasables, aunque todos honrados por la atención de quienes lo servían. Les deseo buena suerte.

  
     

 

                                    

 


miércoles, 17 de noviembre de 2021

De nuevo estoy de vuelta con las catas. Narbona Solís no decepciona nunca

    Tras un largo tiempo se silencio, vuelvo a escribir algunas notas sobre las catas a las que he asistido. La ultima ha sido la invitación de la distribuidora Narbona Solís, a la presentación de un numero importante de bodegas y por tanto, un número inabarcable de vinos. Todos ellos con la cualidad comercial que se le supone, en donde tras cada botella hay un trabajo de muchas personas, desde el campo hasta ponerle la etiqueta.

    Fui por la tarde, y se supone que la asistencia fue mayor por la mañana, pero cuando no se puede es mejor disfrutar con lo que se tiene, que es lo mismo pero con un número menor de amigos de la asociación de sumilleres. Me acompañó un futuro miembro de la asociación y también aficionado al mundo del vino.

    Nada más entrar, las chicas de recepción habían sido alumnas mías en otra titulación y parece que se acordaban favorablemente de su profesor, y por otra parte, en la distribuidora hay ya varios comerciales de gran peso y saber hacer, que facilitaban cualquier duda.



    La primera entrada fue probar vinos no comunes de nuestra geografía, como el vino de uva carrasquín proveniente de pagos asturianos de Cangas de Narcea, o bien los Mencía y su combinación con uvas gallegas que llenaban la botella de vinos de Ribeira Sacra, o los de la variedad garnacha. Tengo que reconocer que a veces soy un poco atrevido y me gustan más los vinos de variedades poco comunes, pero que si se mira con perspectiva son los de uvas mejor adaptadas al terreno.


    Aunque al final, la suavidad y elegancia de los vinos tempranillo y su combinación con otras variedades en la Rioja, es indiscutible.

    También había una buena representación de cavas y vinos espumosos, algunos de ellos que no conocía su marca pero que provenían de la ramificación de nuevos enólogos que con experiencia se apartan o separan de la marca paterna o matriz.

    En esquinas estaban los quesos de dos marcas, muy buenos, y en un reservado, una mesa con chocolates que no cayeron en el olvido por mi parte.

    En resumen, una cata muy entretenida, con muy buenos vinos y muchos de ellos a precios interesantes para las fechas navideñas, que ya se adivinan en el ambiente