viernes, 12 de diciembre de 2014

Cata de Emilio Moro y Cepa 21 en la Taberna Yerbabuena

 El jueves 11 de Diciembre asistí a una cata de la bodega Emilio Moro en la taberna Yerbabuena, que dirige con buena mano del melojo, Alfonso. Para quien no lo sepa melojo es el gentilicio de Hornachuelos, pueblo de origen del susodicho Alfonso.
La Yerbabuena está en Manuel Bocanegra, una calle del barrio de Poniente (o sea el Zoco) y cerca de la av. del Aeropuerto.
La cata estaba dirigida por Sonia, la comercial de la propia bodega. Debo decir que manejó la cata muy bien, sin pretender dar clases de cata y sacando aromas de todos sitios. Una cata ágil, alegre y agradable. Bien por Sonia.
Había mucha expectación y demanda por asistir a ella, tanto que con la idea de que las catas van siempre con retraso, llegué diez minutos antes de las 9 para hablar con el representante de la bodega y ya estaba la Taberna con mucho público. Para facilitar la asistencia, y como el local es reducido a sólo unas 25 personas, habían retirado mesas y sillas por lo que sin problemas podíamos estar allí mucho más de 50 personas. Hagánse si no idea por el número de botellas que la bodega gentilmente dispensó entre los asistentes.

La bodega de Emilio Romero, ahora llevada por sus hijos, está en Pesquera de Duero (Valladolid) y sus viñedos van de los 700 a casi 1000 metros de altitud. El clima continental de la zona: fríos, poca lluvia, diferencia térmica de noche y día, hacen el resto para que las uvas se carguen de color y una buena acidez.
 Se puede decir que de la misma familia salen han salido dos bodegas: la propiamente dicha de Emilio Moro, y la de Cepa 21, que está en Castrillo de Duero. Ambas cultivan tinta del país (o sea la tempranillo como se le llama en Ribera del Duero).

El primer vino catado fue el rosado Hito, de la bodega Cepa 21. Con un bonito color, pero corto en nariz. Parece que lleva algo de contacto con las lías, pero al emnos en boca no se notaba porque era vivo, algo astringente. Un rosado que nos decía algo más en boca que en nariz, pero quizás algo agresivo en boca. Con buena persistencia.

Después pasamos al tinto Finca Resalso 2013, un vino que se encuentra distribuido en muchos bares de por aquí. Con 3 meses de barrica. Guinda picota muy intenso. Aroma a fruta roja, de nuevo nos pareció corto o justo más bien en aroma ya que el primer golpe era muy frutal, pero después no aparecían esos aromas. No era sólo apreciación mía. En boca es cálido, buena acidez, pero un final astringente, que no cuadra con un vino fácil de beber. Está claro que estos vinos son para acompañar un buen plato.

A estas alturas dela cata, la gente estaba ya totalmente animada y Sonia, que se hacía escuchar fácilmente haciendo sonar la botella, pasó ya a mostrar los vinos más representativos de estas bodegas.
El Emilio Moro 2011 tenía una capa de color muy intensa, como se puede ver, apenas se distinguía el halo al volcar la copa.
Muestra aroma frutos rojos y algo a mora. Es también especiado ya que tiene 12 meses de crianza en roble francés y americano. Quizás salía el alcohol también. Pero se trata de un tinto a la vez elegante y potente. De nuevo, más intenso de la cuenta en boca, en cuanto a astreingencia se refiere: es como el toque personal de la bodega. No sé...

El siguiente tinto fue el Cepa 21. Del 2010, 14 meses en barricas francesa y americana. Es otro concepto este vino: más frutal, también potente en boca, pero sensiblemente menos astringengente y por decirlo de una manera, más cálido o amable que el anterior. En particular me gustó. Se puede encontrar sobre unos 20 euros, al igual que el anterior.
Los protagonistas de la cata: Sonia y Alfonso

Por último, el Malleolus del 2011. Este tinto de Emilio Moro se ha llevado 18 meses en barrica, combinando las de 500 con  las 225 litros. Se trata claramente de un vino con más aspiraciones que los anteriores. Un tinto se puede decir más hecho, con buena presencia de fruta y de toques de madera. Un poco licoroso, pero a diferencia de otros mucho más suave en boca. Más equilibrado, un vino muy elegante. La madera no está presente a pesar de su tiempo en barrica. Es un vino con un precio de unos 30 euros.
Con unos amigos
Alfonso en su labor de tabernero
En resumen, una agradable y vivaz cata. Acabamos a las 10 y media. Los vinos me han parecido buenos, quizás algunos más duros en boca de la cuenta. Los que más me gustaron: Cepa 21 y el Malleolus. Estos vinos son para seguirlos y a ser posible  conseguirlos para estas navidades.








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