domingo, 14 de junio de 2015

El Patio de María, un bonito bar aún poco conocido

 El Patio de María es un patio de una casa remozada, como otras muchas del casco antiguo de Córdoba. Está en la calle Rodrigo, que es la continuación de Lineros, y ésta comienza en la Plaza del Potro.
El Patio queda muy cerca del aparcamiento del restaurante Bodegas Campos; y también de la tienda de Juana Martín.
El suelo de la entrada es original, y desde fuera como no pone un cartel como reclamo, tan solo una pequeña placa delata su existencia, así que es fácil equivocarse.
La zona de la Ribera y aledaños, como es ésta, se está convirtiendo en una de las más activas en cuanto a sector terciario: tiendas, bares, restaurantes, etc. Cuando llegan las principales fiestas de esta ciudad parece que faltan bares para todos, pero cuando todo vuelve a la normalidad hay mucha competencia.

Este local si se busca en internet apenas si salen resultados, por lo que si no se ve desde la calle, y apenas hay posibilidad de localizarlo pues creo que lo tienen complicado.

Pero una vez dentro, es muy bonito y agradable. Un patio que se presenta al Concurso de Patios en la modalidad de arquitectura moderna.
El día que fuimos, este pasado viernes, la temperatura era deliciosa; aunque después el fin de semana ha sido frío y con lluvia. Y las flores lucían en su esplendor.

Tienen un gato grande, peludo que parece es de los que más mandan en este negocio. La primera vez que fui me avisaron que el gato no quería juego y que había que dejarlo tranquilo: como todos los gatos.
Las mesas son palés reciclados, y ya es el tercer local que las tiene. La tendencia es a reciclar, pero a este paso los palés van a costar como una mesa normal de madera.
Por supuesto, con su enorme limonero, como debe ser en cualquier patio bueno. Y las paredes llenas de macetas de gitanillas y geranios, y la jaula con su canario.

El Patio es amplio y está bien atendido, aunque estábamos sólo nosotros a esa hora. Hay que decir que este local es la sede de la Cofradía del Flamenquín. Que es en su versión ortodoxa, un rollo fino de carne de cerdo y dentro tiras de jamón serrano. Todo ello empanado y frito.
La carta viene escrita en una botella magnum, aunque ya empiezan a verse borrosos los nombres. Una parte principal de la carta son los flamenquines: variados, desde el clásico con lomo, con gambas, serranito, verduras.
Pedimos el de lomo: enrollado y su jamón dentro. Estaba bien, pero las patatas fritas eran caseras, y estaban tan ricas como el flamenquín.

Ya había probado otros tipos de flamenquín, pero el de toda la vida que se hace en Córdoba, es el mejor a mi parecer.
Ponen unas aceitunas gordales sin hueso, sabrosas y aliñadas con muy buen aceite y en vinagreta. Ricas a más no poder, habrá que probarlas en casa. Eso sí, si no se está atento la gota de aceite le cae seguro.
El fino era de Bodegas Robles, de Patachula. Era de una botella que se rellena cada día y se deja en la nevera. Y estaba mal: ácido y con olor a acetato de etilo o sea pegamento. El camarero sabía que el frío puede alterar el vino, y nos trajo la botella a temperatura ambiente: algo mejor, pero parece que este fino no estaba bien.

También pedimos unas exquisitas sardinas en salazón: muy ricas, sabrosas, vale la pena pedirlas,... y no eran caras, a 2 euros la unidad.
Una buena visita a un local que los amigos no conocían y que les gustó. La cuenta 30 euros: ocho bebidas más lo pedido de tapeo. Bien, teniendo en cuenta lo bien que ese está en el Patio de María, pero en todo hay un pero.
El precio de los platos, bien, pero observo que cada vez es más corriente que las consumiciones sean más caras: la cerveza a 2 euros y el medio de fino a 1,50.









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