Se trata de una empresa salmantina y que tiene varios locales en España, la más nueva la de Córdoba; y no es una franquicia según me dijeron, son todas tiendas de la propiedad.
Según nos contaron la tienda lleva cuatro semanas abierta, y por ahora la respuesta es muy buena. Al ser una calle de paso, muchos turistas se compran un bocadillo de embutido, y a continuar la ruta.
Hay varias tiendas de embutidos de esta clase por el centro, pero todas son para comprar piezas. Muy original negocio, espero que les vaya bien.
Lo normal es que vayamos a una taberna, pero a diferencia de otras tiendas ésta tiene degustación de los productos, y sobre todo, se puede pedir consumición de cervezas (en lata) o botellas de vino, sin existir recargo alguno.
Eso fue lo que hicimos.
Pedimos 200 g de salchichón ibérico, 100 g de queso curado, un poco de empanada y una botella de vino tinto de Ramón Bilbao Edición Limitada 2014.
Un vino riojano que estaba realmente bien: intensos aromas frutales, sedoso en boca, muy equilibrado, lo que se dice un Rioja actual pero con las características gustativas de los clásicos riojanos. Así que hablando y esperando, esperando a Manolo nos trasegamos la botella entre tres. Al final él llegó... pero tarde.
Además el vino tenía un precio sorprendente, 11 euros. La botella normal de dicha bodega a 6,5 €, la botella de Dinastía Vivanco a 9,5 €. Increible pero cierto.
El salchichón también estaba muy bueno. Debo reconocer que a mi parecer, me gusta tanto o más un buen salchichón que el jamón. Y el que probamos era bueno. Ah, y está en oferta o en promoción la tripa de salchichón ibérico. Por si acaso, yo me llevé una a casa.
La vez que más me ha defraudado un salchichón fue cuando mi mujer me regaló un trozo del salchichón Sendra (Vic). Supongo que será exquisito, no lo discuto porque tiene un precio superior a jamones de pata negra; pero yo no noté diferencia con un salchichón ibérico, y costando éstos como mucho la mitad que el primero. Como dicen por ahí, sobre gustos no hay nada escrito.
Hubo salchichón, queso y empanada de sobra para los cuatro. Vamos que sobró.
Pero lo que más nos sorprendió era justo el precio de los vinos, por lo que una parada por allí, en Jesús y María, bien vale la pena.
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