En cuanto al mesón, es una casa más del barrio, con su patio y su bodega. Muy fresca en verano ya que en el siglo XIX se sabía cómo amortiguar el calor con las brisas de la umbría y el patio. Es un local agradable y concurrido por turistas y vecinos. En cuanto al vino que nos sirvieron es de la Bodega Gracia de Montilla: amarillo pálido, cortito de aromas resultando dulzón en boca y al final el típico toque amargo. Es un vino sencillo, o vino chiquito como se dice ahora, y a imitación del Gallo.
Referente a las consumiciones, nos obsequiaron con 3 tortitas caseras de camarones o gambitas blancas con las tres copas de vino, muy ricas, bien fritas y nada aceitosas.
La cuenta de 1 vaso de gazpacho de almendras, 4 medios de fino, 1 cerveza y otras tres tortitas más (total seis), fue de 9,20 euros. Im-pre-sio-nante.
Para volver otra vez y disfrutar de su tranquilidad.
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