Como digo, ha sido un año difícil para el campo, en general. Y esto afecta a los vinos de la tierra, que son vinos vivos y que al no estar filtrados contienen microorganismos en suspensión y si combinamos calor con más cámara de aire de la suficiente en las botas, más de la sexta parte recomendada, pues el vino se nos altera. La solución a esta alteración es evitar las dos principales causas: calor, por lo que los finos se deben colocar en sitios frescos o en sótanos; y el aire, por lo que conviene echar un vistazo a los botas y rellenar el vino evaporado. Antiguamente a la pérdida de vino con el calor y la falta de humedad se decía que era lo que se bebían los ángeles.El paso del verano es todo un acontecimiento para hablar y saber cuántas noches de calor se han pasado y de lo fresco que se estaba en este o aquel sitio. Los descansos estivales se comentan en un tiempo breve, casi en forma de titulares, lo que da de sí el catar la copa de fino, el tapeo y el hablar a dos o tres bandas. Lo de menos es a dónde se fue sino que ya estamos de vuelta.
Y todo esto viene a que esta última semana nos encontramos en la taberna Góngora y el vino prácticamente era el mismo que en primavera. Afrutado, aromas frescos y buena entrada en boca. Y es que esta taberna es a nuestro parecer el colmo de las tabernas en nuestra ciudad, y si no, de las mejores tabernas, que aún quedan por visitar.Y del tapeo, como siempre bien atendido y servido a tenor de la buena cara del camarero y de la razonable abundancia de las raciones.

