El viernes nos fuimos tres de los fundadores del club aderramar a por ajos y oloroso a Montalbán, un pueblo de la campiña cordobesa famoso por la especial calidad de sus ajos. Ya nada más bajar del coche el olor a ajo impregna el ambiente del polígono. No es un olor fuerte, más bien suave, y que indica que en este pueblo se trabaja muy bien este producto.
Los ajos son morados, pequeños, cabezas prietas, y de intenso sabor y olor, así son los ajos autóctonos y que tanta competencia tienen con otros ajos foráneos, menos aromáticos pero más grandes.
Nos fuimos a las instalaciones de la firma La Abuela Carmen que aparte de cabezas de ajos tiene en su catálogo, conservas de ajos, ajos triturados, ajos pelados, etc.
También tienen ajos ecológicos con los que elaboran el ajo negro. Un producto novedoso aunque procede de Japón y que se elabora calentando la cabeza de ajos a una baja temperatura durante unas semanas: el producto es un ajo de color negro uniforme, cual trozo de carbón, pero tierno y con un agradable sabor dulzón. Parece ser que es aún más beneficioso que los ajos frescos, ya que se incrementa su contenido polifenólico y es por tanto, más antioxidante. Pero sobre todo no se repite y no da en la boca es olor fuerte azufrado por el que en otros tiempos a los españoles nos conocían en el extranjero. Recuerdo cuando vivíamos en Alemania, que los emigrantes españoles cenaban ajo el viernes por la noche para que el lunes no quedara rastro.
En la ensalada del mediodía los ajos negros se han combinado muy bien con la lechuga, el tomate de Córdoba, rúcula de mi parcela y espárragos.
Las instalaciones de la empresa son como si se estuviera en un supermercado. Ana, quien nos atendió esa mañana, nos acompañó y mostró la batería de productos que comercializan. Por supuesto salimos de allí con unos buenos kilos de ajos para casa: cabezas de ajos medianos, prietos y que ya huelen. Un huevo frito en aceite de oliva es lo que están pidiendo a gritos.
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