
Tiene un mini espacio para estar de pie fuera, pero a mi me parece incómodo... y mejor dentro, que el ambiente del bar es muy agradable.

Sin embargo, no tienen fino. Sí, lo que se ve en la foto era un bag-in-box de vermut rojo de Alvear. Pero ni rastro de vino blanco, variedad Pedro Ximenez, sometido a crianza bajo velo de flor.
En su momento, cuando empezó, daban descuento por ir en bicicleta hasta allí, y tomarse algo. Pero eso ya pasó, y aunque salí en bici de Rabanales y llevaba bajo el brazo mi casco, no hubo lugar para la rebaja.

Pedimos un humus, sabroso, con sus hermosas tiras de zanahoria para servir de tenedor. Si no me equivoco le faltaba más condimento al plato, como más fuerza ¿vinagre, quizás?. Es un plato cada día más presente en la cocina cordobesa, al menos en algunos bares, aunque el que tomamos en Orgánico me gustó más.

Pero hay que reconocer que se come bien y los platos son generosos. Y el pan, de buena masa, cortado en trozos generosos y tostados, estaba muy bueno. No extraña que las tostas sean demandadas.

Para beber, aparte de alguna fresca cerveza, tomamos vino tinto con ligeras crianzas: Palacio Quemado (extremeño, tempranillo, syrah y garnacha), Koden (riojano, tempranillo) y Ánima de Raimat (catalán, cabernet sauvignon, tempranillo y syrah).

La cuenta, pues alta a casi 30 euros teniendo en cuenta que los platos eran a 4,90; porque como se ve en la nota la copa de tinto allí es cara, a casi 3 euros, aunque bien servida la copa,eso sí.
Lo dicho, el fino también está bueno y encima es más barato. Será que allí no lo piden los parroquianos.
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