lunes, 2 de noviembre de 2015

Cenando en Tellus. De la mano de José Manuel y Antonio López

     Este fin de semana he ido con la familia a cenar al Restaurante Tellus. Había una buena razón y había que celebrarlo. Un restaurante que está en María la Judía, una calle con bastantes sitios donde se come bien. Y el que tiene una cocina más novedosa es el Tellus. Lo regente Antonio López que llevó Témpura y Envero. 
    Por fin, en Tellus está haciendo lo que mejor le parece y apetece. Es de un nivel de preparación de los platos superior a otros restaurantes cercanos y también el precio, pero creo que la relación calidad precio es alta. Porque además está muy bien llevado y el personal está atento siempre.
    Y trabajan dos maitres, conozco más a uno de ellos José Manuel, ya que forma parte de la Asociación de Sumilleres. Y es un verdadero profesional.
    
    Como estamos de lleno en la temporada de setas, había en carta varios de ellos, y en mi caso las setas de temporada me parecen deliciosas.

    Nos pusieron de aperitivo unos huevos rellenos de crema de patata y huevo: un detalle sencillo y original. La cáscara de huevo muy bien preparada.    
    Pedimos platos para compartir, y salimos bien cenados.
    
   De primero, cuatro anchoas, una para cada uno. En este punto, hay que decir que las mejores anchoas de Córdoba las sirven en la Taberna La Bodega, en el centro. Éstas estaban buenas, con ligero acompañamiento, pero no es lo mismo.

   El risotto con boletus, estaba bien hecho con el arroz al dente. Todo trabado, aunque no me sorprendió. Y debo decir que me sale bastante decente el risotto con boletus que cojo de la parcela en la sierra. O sea, que tengo el listón alto en ese plato.

    Nos obsequiaron con una porción de ensaladilla rusa. Rica, sobre todo esa emulsión de aceite de oliva que acompañaba al plato. Pienso y he dejado mi opinión otras veces, que si un restaurante hace buena ensaladilla a mi parecer tiene mucho ganado, porque es una receta simple y sabrosa. Exquisita era la mahonesa de aceite de oliva.

    A todos nos pareció que la pasta con setas, Pappardelle con Boletus, era mucho mejor que el arroz (no recuerdo el nombre) . La pasta muy bien preparada, de nuevo en su punto, se deshacía en la boca, y la salsa de setas bien trabada. Es de esos platos que te pedirías un plato más para seguir disfrutándolo.

 
En cuanto a los vinos, los pedimos por copas. Vino blanco moscatel El Novio Perfecto (Valencia), rosado Petit Verdot de Pago del Vicario y para el plato de carne, tinto Vitulia 12 meses (Ribera del Duero). Vinos a buen precio y sabrosos.    


    Por último, cochinillo al horno. La costra bien hecha y condimentada. Supongo que habrá sido hecho a baja temperatura, porque la carne estaba muy jugosa y además se deshacía en la boca. Le acompañaba una emulsión de puré de patata.

   Con el postre, una copa de Gel de Vi, de uva congelada Gewurtztraminer.

   El postre era una torrija gigante, como decía Jose Manuel. Una masa de crema o natillas, con algo de pan y después el azúcar caramelizado. Encima, un toque de helado de limón.
Rico, rico.

   La cuenta, 80 euros, lo considero ajustada al nivel de lo servido. Y con muchos detalles, el postre de regalo, que hacen que se sienta el comensal a gusto en su casa.

Como quiera que conocía a Antonio hace tiempo, desde aquella vez, que nos pasamos para hacer una cata de Aderramar en su Témpura, nos pusimos a hablar de su proyecto y sus fatigas hasta llegar hasta aquí. 
   Hablamos de setas, de cuáles son las mejores, de rebozuelos, de boletus, aunque so sí sin decirnos dónde las cogemos como debe ser: se dice que se ha cogido pero no dónde. Como con los espárragos. ¿Donde las has cogido? Por la sierra, y ya está.

Y disfrutando de las atenciones de él y de Jose.

   
















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