
Tras los saludos de rigor después del período navideño, la reunión comenzó con un cóctel de bienvenida preparado a base de oloroso, té de cilantro, una decoración de naranja y alguna cosa más, que ahora
no recuerdo. Estaba bueno, algo amargo y poco dulce.
La presentación del vino, de cómo se elaboró y qué pasos siguieron y piensan dar en el futuro la llevó a cabo José Manuel León.
El problema principal es la variedad, que la Pedro Ximenez es poco aromática. Para ello probarían también macerando las uvas en frío durante un día, o bien añadiendo un 10% de tempranillo para poder incrementar los aromas de nuestra uva de la DO Montilla-Moriles.
Este año también han elaborado espumoso con vino moscatel.
El que probamos tenía 20 meses de crianza, conservando una buena calidad de espuma y burbuja. Inicialmente con el carbónico salían aromas a manzana madura, casi asada, seco. En boca era ligero, con un punto ácido y después corto en nariz. Es un cava decente, sencillo, fresco aunque le falta gancho.
Después intervino la compañera Cristina Osuna, que es enóloga de la Bodega El Pujío, por el nombre la finca situada en Puente Genil.
Llevan ya 10 años en su labor de sacar adelante la elaboración de buenos tintos hechos en Córdoba. La mayor parte de la finca está con uva Syrah, y aunque tienen la blanca Verdejo, también pondrán Chardonnay y Sauvignon Blanc, y este año han podido ya meter en los depósitos 18.000 litros de mosto.
Y en esto que después llegaron los tintos.
Aquí Cristina sí que se portó bien con nosotros: nos trajo varias botellas de Syrah sacado directamente de las barricas, con el fin de que comprobáramos las diferencias entre roble francés y americano, ambos con ya 6 meses de barrica y que pronto pasarán a botella.
Y éste si que es bastante bueno, y en cualquier parte podría quedar bien.
A mi parecer el criado en roble francés es más sutil y expresa más aromas varuetales porque el americano se deja ganar por del aroma de la madera. Aunque la tonalidad que daba la madera americana al vino, más viva le hacía parecer más brillante.
Ya digo, el más redondo, al parecer de algunos, era el de roble francés. En boca es dulzón, ligera astringencia y sabroso.

Por ponerle algún pero, la astringencia, que a base de estar tan controlada prácticamente ni se notaba por lo que el vino le falta algo de cuerpo. Como el vino tiene 13% de alcohol, se habrá vendimiado la uva con algo de verdor porque el calor acelera la madurez de la pulpa, y entonces habrán querido evitar toda astringencia o más bien amargor de raspón. Pero parece que se les ha ido la mano en prevención.
También se probó un tinto con 12 meses de barrica, 6 en francés y 6 en americano, más 6 meses en botella. Se supone que será el culmen de la bodega, y en boca era algo más complejo, y parece que no mejora demasiado con mucha crianza.
Así que creo que estamos ante un buen producto y que puede que mejore más en unos años, cuando la viña esté ya en su madurez y Cristina le coja el punto.
Como es habitual en las reuniones en el IES Gran Capitán, los alumnos de Hostelería y Restauración nos deleitaron en cocina y sala, con una exquisita atención.
Hacíamos la cata y debate de los vinos a la vez que se iban sirviendo y a base de tapitas y compartir salimos como siempre cenados.
La relación de los platos viene en la foto correspondiente.
En resumen, una muy buena e instructiva cata del buen hacer de profesionales de Córdoba.
A resaltar la pipirrana de marisco, los caramelos de morcilla y la costilla. Y el postre.
En el caso de este plato de carne a la plancha, con mi compañera discutíamos si el dulce puesto encima de la carne era conveniente, ya que desajustaba a nuestro entender el plato. Pero bueno, hay que probar siempre de todo. Y sí que estaba rico, todo.

