sábado, 30 de enero de 2016

Nuevos vinos se están elaborando en Córdoba: espumosos, y tintos de calidad

El miércoles 27 de Enero nos juntamos por primera vez en este 2016 con renovado interés: probaríamos las nuevas iniciativas del IFAPA de Cabra, y de una reciente bodega de Puente Genil.

Tras los saludos de rigor después del período navideño, la reunión comenzó con un cóctel de bienvenida preparado a base de oloroso, té de cilantro, una decoración de naranja y alguna cosa más, que ahora 

no recuerdo. Estaba bueno, algo amargo y poco dulce.

El IFAPA es un centro de investigación agrario y que en el de Cabra se trabaja en viñedos y olivar. En particular, probaríamos vino espumoso elaborado según el método tradicional de segunda fermentación, de la cosecha 2014. Hay que indicar que su nombre es vino espumoso ya que la DO Cava está restringida a unas pocas zonas de España. Actualmente sólo se elabora con asiduidad vino espumoso en Granada, Las Alpujarras y también se ha lanzado a su elaboración la bodega Barbadillo de Jerez.
La presentación del vino, de cómo se elaboró y qué pasos siguieron y piensan dar en el futuro la llevó a cabo José Manuel León.
El vino base y tras el degüelle de las botellas era de la variedad Pedro Ximenez: por tanto, las uvas debían ser cosechadas para que el vino tuviera unos 11º de alcohol (es decir, para preparar un vino joven). 

El problema principal es la variedad, que la Pedro Ximenez es poco aromática. Para ello probarían también macerando las uvas en frío durante un día, o bien añadiendo un 10% de tempranillo para poder incrementar los aromas de nuestra uva de la DO Montilla-Moriles. 

Este año también han elaborado espumoso con vino moscatel.


El que probamos tenía 20 meses de crianza, conservando una buena calidad de espuma y burbuja. Inicialmente con el carbónico salían aromas a manzana madura, casi asada, seco. En boca era ligero, con un punto ácido y después corto en nariz. Es un cava decente, sencillo, fresco aunque le falta gancho. 

Habrá que esperar a nuevas elaboraciones, aunque según José Manuel los que llevan mezcla de tempranillo eran mucho más aromáticos, pero como han elaborado partidas muy pequeñas ya no les quedaba muestras para catar.

Después intervino la compañera Cristina Osuna, que es enóloga de la Bodega El Pujío, por el nombre la finca situada en Puente Genil.
Llevan ya 10 años en su labor de sacar adelante la elaboración de buenos tintos hechos en Córdoba. La mayor parte de la finca está con uva Syrah, y aunque tienen la blanca Verdejo, también pondrán Chardonnay y Sauvignon Blanc, y este año han podido ya meter en los depósitos 18.000 litros de mosto.

Cristina presentó en primer lugar el vino 100% verdejo, y en el que la uva se maceró 24 horas en frío, para luego fermentar el mosto a baja temperatura, 10-14ºC con el fin de mostrar los aromas de esta variedad. Pero este de 2015, en el que la maduración del viñedo ha sido tan complicada por las altas temperaturas, es corto en aromas frutales. Después la intensidad aromática se incrementa, pero en boca es desajustado y el conjunto final resulta extraño. Mucho mérito tiene la elaboración de variedades aromáticas en los meses de estío cordobés.


Y en esto que después llegaron los tintos.


Aquí Cristina sí que se portó bien con nosotros: nos trajo varias botellas de Syrah sacado directamente de las barricas, con el fin de que comprobáramos las diferencias entre roble francés y americano, ambos con ya 6 meses de barrica y que pronto pasarán a botella.

El nombre del vino es Primogénito, la etiqueta es bonita y recuerda a la de un vino riojano, y en el que el nombre de Córdoba apenas si es reconocible, ya que debe ser complicado vender un tinto de nuestra tierra sin que se extrañen de su procedencia o calidad.

Y éste si que es bastante bueno, y en cualquier parte podría quedar bien. 


A mi parecer el criado en roble francés es más sutil y expresa más aromas varuetales porque el americano se deja ganar por del aroma de la madera. Aunque la tonalidad que daba la madera americana al vino, más viva le hacía parecer más brillante.

Ya digo, el más redondo, al parecer de algunos, era el de roble francés. En boca es dulzón, ligera astringencia y sabroso. 

Y creo que es un tinto para salir al mercado ya, sin apenas más tiempo y con poco más en  botella ya que puede que no gane, y sí que pierda la frescura juvenil que ahora mismo tiene.

Por ponerle algún pero, la astringencia, que a base de estar tan controlada prácticamente ni se notaba por lo que el vino le falta algo de cuerpo. Como el vino tiene 13% de alcohol, se habrá vendimiado la uva con algo de verdor porque el calor acelera la madurez de la pulpa, y entonces habrán querido evitar toda astringencia o más bien amargor de raspón. Pero parece que se les ha ido la mano en prevención.


También se probó un tinto con 12 meses de barrica, 6 en francés y 6 en americano, más 6 meses en botella. Se supone que será el culmen de la bodega, y en boca era algo más complejo, y parece que no mejora demasiado con mucha crianza.


Así que creo que estamos ante un buen producto y que puede que mejore más en unos años, cuando la viña esté ya en su madurez y Cristina le coja el punto.






Como es habitual en las reuniones en el IES Gran Capitán, los alumnos de Hostelería y Restauración nos deleitaron en cocina y sala, con una exquisita atención. 

Hacíamos la cata y debate de los vinos a la vez que se iban sirviendo y a base de tapitas y compartir salimos como siempre cenados.

La relación de los platos viene en la foto correspondiente.


En resumen, una muy buena e instructiva cata del buen hacer de profesionales de Córdoba.


A resaltar la pipirrana de marisco, los caramelos de morcilla y la costilla. Y el postre.

En el caso de este plato de carne a la plancha, con mi compañera discutíamos si el dulce puesto encima de la carne era conveniente, ya que desajustaba a nuestro entender el plato. Pero bueno, hay que probar siempre de todo. Y sí que estaba rico, todo. 























martes, 26 de enero de 2016

Taberna La Montillana, en el mismo centro

La muy céntrica calle de San Álvaro, alberga esta Taberna desde hace algunas décadas. Ha sido siempre un sitio donde se puede comer y tomar vino adecuadamente. Y La Montillana es un local que se va remozando y actualizando continuamente, ya que su dirección se muestra activa en la decoración y en la cocina.

Por ejemplo, hace unos pocos años sonó mucho en la prensa esta taberna porque era la primera que en su carta tenía todos sus vinos seleccionados de la DO Montilla-Moriles: una gran apuesta, pero que no pudo aguantarse mucho porque claramente la oferta no coincidía con la demanda. 

Y si en una anterior visita la estantería del mostrador era oscura ahora es clara y diáfana, tal como es la última tendencia en decoración de los bares.  Es un local agradable, bien atendido y por estas y otras razones está bien considerado por las guías de recomendaciones de establecimientos por internet, quedando siempre en las primeras posiciones. Y más teniendo en cuenta que está fuera de los circuitos turísticos habituales.

Y siempre tienen buenas ofertas gastronómicas: hay que trabajar mucho con la enorme competencia, y más porque ahora la zona de ocio y del turismo se centra en la parte del río, donde los mismos dueños de la Montillana llevan La Taberna del Río, que ya comenté en una reciente entrada.

Tomamos por recomendación del camarero y como sugerencia del día, un arroz marinero, preparado al minuto. Venía con sus calamaritos, almejas, un poco de alioli, y le habían puesto encima unos trozos de fritura de pez sable adobado. Estaba sabroso, aunque más que un arroz era un guiso con arroz. Y costaba 7,9 euros.

De segundo, una ensaladilla de atún y gambas. Normal, bastante simple que no sencilla, sin defectos pero sin destacar en nada.

Como se puede observar la vajilla es de diseño total, cada plato es diferente, muy visual todo, con mucho detalle en la presentación.

En cuanto a los vinos. Además de una cerveza sin alcohol, en mi caso, para refrescar del viaje en bicicleta, tomamos fino de las bodegas El Lagar Blanco, Toro Albalá y Delgado.


Eléctrico (izda), Lagar Blanco (dcha)
El fino del Lagar, con color dorado, en el nuevo o viejo estilo que están tomando muchos vinos generosos a imitación de los de Jerez: con ligeras notas salinas, con aromas a frutos secos..., lo que antes se llamaba acamuesado. Se trata de vinos en los que el velo de flor se hubiera quitado y dejado que evolucionaran lentamente. Son más ligeros de tomar, al menos nos pareció a nosotros.

El fino Eléctrico (Toro Albalá), con quizás menos crianza y con color mucho menos evolucionado nos pareció muy fresco, más joven y con las notas en nariz y boca características de los finos de la DO.
Y por último, el Tertulia (Delgado), mucho más ligero, quizás en exceso, casi sin cuerpo, como acuoso y ligeramente acetónico: no nos gustó.

La cuenta, pues lo normal, aunque estábamos sólo tres, faltaba uno habitual. Y lo destacable es que el Tertulia costaba más que los otros dos, y eso que nos pareció decepcionante. 
Y los medios de fino más caros que la cerveza.

En resumen, un buen sitio para tomar unas raciones originales y muy bien atendido. Es de un precio medio, comparado con otros de la zona, pero tiene algo que gustar quedarse un rato en este sitio, se está cómodo.







domingo, 17 de enero de 2016

La Bodeguilla, ahora también en el centro


Esta taberna de La Bodeguilla está en la calle Morería, por tanto, en la calle peatonal que conecta Cruz Conde con Gran Capitán. 
Siempre ha habido un bar ahí, pero la nueva dirección la ha remozado y ha puesto al día en decoración y por la visto parece que el personal ha respondido bien, ya que se fue llenando conforme avanzaba la hora de comer. 
Tiene una curiosa distribución, además de los veladores en la calle tiene la sala principal con la barra, y después bajando hacia los servicios hay dos espacios más apartados que  sirven para estar más recogidos: la sala a la mínima se llena de ruido, bien por la gente o por la mala insonorización. 
Detalle curioso: la cocina está en un piso inferior y los platos aparecen por un pequeño montacargas.

La Bodeguilla fue fundada en Ciudad Jardín en 1970, y desde entonces se ha consolidado como una buena taberna, con platos reconocidos: carne mechada, sus gambas, anchoas, etc. El cocedero de marisco era muy bueno, estuvo un tiempo cerrado aunque de nuevo estaba abierto el despacho de venta de marisco, donde siguen disponiendo de excelente marisco. Y también por su vino, ya que las botas forman parte de su decorado. 
El fino de la casa es de Bodegas Lara, de las Navas del Serpillar, la misma bodega de donde se surte la Taberna Góngora.

Cuando entras lo que predomina es el color blanco, que tan de moda se está poniendo en los nuevos bares de la ciudad: supongo que debe ser una tendencia nacional o bien que el decorador es el mismo. Y la sala resulta clara y diáfana…

La carta no es amplia, si bien tiene los platos que han hecho el nombre a la Bodeguilla, de Ciudad Jardín: patatas a lo pobre, con tomate y cebolla; cazuela de gambas; solomillo relleno, etc.

En nuestro caso, pedimos el plato de siempre: la ensaladilla rusa. Y tenían también como plato del día, paella. Pero como quiera que llegamos algunos tarde a la cita, se nos echó la hora y no pudimos esperar a que saliera el arroz.




Estaba bien, sin más, a mi parecer; pero para los otros dos les supo como una excelente ensaladilla. No sé, demasiada mahonesa de leche. Ya digo, no la repetiría. Y para ser una ración, la cantidad servida me pareció corta.
En cualquier caso, el bar se fue rápidamente llenando, también el sonido ambiente.

El vino de Bodegas Lara nos pareció bastante sabroso, de los finos que te puedes tomar varias copas: buenos aromas, con no mucha crianza, buena acidez y paso más bien ligero, mas un buen vino de copeo.

Vi en la estantería dos botellas de dos buenos vinos blancos de la DO Montilla Moriles. El  verdejo Finca La Cañada de Pérez Barquero: un vino excelentemente hecho, un gran verdejo, diferente, son ser sólo unos aromas agradables. Y el Viña Verde de Bodegas Gracia, del que he probado el del 2015 ya que me lo recomendó Antonio, del Makro, y en verdad que me pareció muy agradable, mejor que en otras ocasiones, y eso que sólo tiene 10,5º.
La botella que tenían era del 2014, y estos vinos jóvenes, son de vida corta. También tenían el botellín de sólo 18,7 cl o sea la cuarta parte de una botella normal. Y aunque parecía estar embotellado este año, no me recordó la explosión de aromas que en la botella normal. Pronto compraré unas botellas de Viña Verde para una cata y podré quizás mis impresiones iniciales.
En cualquier caso, es sorprendente que una copa de fino cueste  menos de la mitad que un vino joven de vida corta.

La cuenta, 16,5 euros. Lo normal para lo consumido: 2 cervezas, 3 medios, 1 botellín de Viña Verde y una ración de ensaladilla.