Todo de la mano de Antonio Cuesta, una de las personas más activas que conozco.
John Bell, californiano que se quedó en nuestra tierra, ha sido artífice de buena parte de las cervezas artesanas que se elaboran en esta ciudad. Y digo ciudad porque según él, la calidad del agua de Córdoba es suficientemente buena para hacer cervezas.
La cerveza se elabora a base de cereales malteados, como la cebada o el trigo; y se requiere agua para poder extraer los azúcares hidrolizados durante el malteado.
Para quien no lo sepa: el malteado es un proceso por el cual los granos de cereal están a unos 23ºC y una humedad alta para confundirlo y que se ponga a hidrolizar las reservas de almidón. Antes de que empiece a germinar se tuesta para parar el proceso. El resultado es un grano que se puede masticar como los cereales que se añaden al desayuno, tal como se puede tomar en el muesli.
El lagar está en el barrio de Las Costanillas en la calle Rivas y Palma, todo muy bien ordenado y limpio. Era un antiguo horno de panadería y hay espacio para varios fermentadores y ollas para extraer el mosto de los cereales.
Después tras una lenta fermentación y una segunda para formar espuma, consigue John sus siete tipos de cervezas
Probamos, a la entrada, La Cordobesa, rubia tipo Ale de 5,5º.
Después, una de trigo de 5,4º, La Siega, aromática y suave.
Una cerveza, de pura raza; la Indian Pale Ale o IPA, de 6,2º, con una fuerte carga de lúpulo que le hace amarga y original.
Por último, una negra que me encantó, La Nochebuena American Stout de 7,6º.
No soy muy dado a cervezas negras porque tienen en general poco sabor, pero ésta sí ha tenido una muy lenta fermentación.
En resumen, una entretenida e interesante visita a la fábrica artesanal de cervezas La Gitanilla.
Por cierto, se puede encontrar en distintos restaurantes de la ciudad, creo que entre otros en La Fábrica, Bodegas Campos, etc.
Así que buena suerte en este proyecto.
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