martes, 11 de octubre de 2016

Buenos vinos de Federico Schatz, y encima biodinámicos

 De familia alemana con historia en lo de hacer cultivar viña y hacer vino, concretamente de la región de Baden-Wutemberg, Friedrich Schatz llegó a la zona de Ronda en 1982, con intención de plantar viñas en la Finca Sanguijuela.
En la finca de sólo 3 hectáreas tiene plantadas 9 variedades, entre ellas dos alemanas, la Lemberger y la Muscat negra. Elaboran 6 tipos de vinos, o sea, bajas producciones porque no da para más.

Nos juntamos los de la Asociación de Sumilleres de nuevo en casa de Joaquín Morales que nos acomodó en su hermoso patio.
Conozco los vinos desde hace tiempo. Estaba estudiando Enología y el compañero José María trajo una botella de Ronda, donde quería instalar viñedo y bodega. Nos abrió una botella de tinto de Schatz. De la variedad Lemberger, y allí nos pusimos los futuros enólogos a catar el vino, y empezar a decir cosas de él. Recuerdo que como era en casa, mi mujer pensó que estábamos perdiendo la chaveta, diciendo adjetivos del vino.
Con el paso de los años, José María tiene consolidada su propia bodega, Doña Felisa, y él es el presidente de la DO de vinos de Málaga. 

Allí nos habló Federico de cómo ha ido cambiando de cultivo ecológico, a ser biodinámico y también elaborar vinos naturales. La razón de esta evolución es porque él siente y cree que la tierra y su entorno, aire, exposición solar, deben de estar en armonía. Para ello emplea el icono de la biodinámica: el cuerno de vaca con al menos siete partos. 
Es difícil asumir estas ideas por falta de rigor científico, pero si funcionan y el producto funciona en el consumidor, resulta otra forma de entrar en ese reducido mercado de clientes que pagan por una botella de vino que refleje el trabajo del viticultor, la armonía de plantas, insectos, pájaros, rayos cósmicos, imanes ferrosos, etc. Y que el vino lo hagan las levaduras autóctonas o salvajes.
En definitiva, es un biodinámico convencido.

Ronda cuenta con lo mejor que se puede tener: altura (viñedos a más de 700 metros), lluvia, bajas temperaturas de noche, y como dirían Les Luthiers,… montones de turistas.

Catamos en total seis vinos, un blanco, un rosado y cuatro tintos. Cada uno con una letra de su apellido.

- S, Chardonnay 2015. Con crianza en barrica. Al principio cerrado después aromas a madera y melocotón. En boca, mucho mejor que en nariz, es mineral, sabroso, fruta blanca. Buena acidez. 
Con un platito de patatas con sepia.

- Z, rosado 2015, variedad Moscatel negro. También ha pasado por barrica. Con algo de fruta roja, espaciado. En boca muestra dulzor, poco ácido. No me convenció.
Con queso de cabra gratinado.
- H Acinipo 2007, variedad Lemberger. Lleva ya 7 años en botella, mostrando posos abundantes. Con mucha fruta, aún, en nariz, ácido en boca, frutal. Nada astringente.
Fue el vino que más me gustó, y también a alguno más de los asistentes, ya experto en catas.
Con foie y un higo troceado.

- C, Pinot Noir 2010. Con aromas a vegetal, fruta roja. En boca es delicado y fino.
Muy suave en el trago. 
Con atún en escabeche.

- Z, Finca Sanguijuela 2008. Con mezcla de variedades: tempranillo, syrah, merlot y cabernet sauvignon.
Era el vino más potente de la noche, con algo de astringencia, frutal en boca y nariz.
A otros le gustó más éste.

Quizás fue porque Joaquin un montadito de presa de bellota ibérica, o algo así.
Muy rico el bocado.

- T, Petit Verdot, 2009. Afrutado, dulzón, balsámico. Un poco balsámico. También de fácil trago, quizás excesivo. Me decía poco.

Con unas delicias de chocolate amargo recubriendo a queso azul. De rechupete, ¡cómo domina este hombre o más bien su mujer el chocolate fundido!.

Por cierto, nuestra sumiller viajera por esos extremos orientes volvió del Japón con una guía muy completa de lugares, bares, sitios de Córdoba, sí de aquí, que nunca había oído hablar.

Al final de la cata a todos nos quedó la sensación de que los vinos de Schatz eran muy fáciles de beber, amables. Si ya son demasiado fáciles, es cuestión de gustos.
En donde no hay discusión es que son vinos con un precio medio-alto, pero si uno atiende a la charla de su productor, comienza a pensar que también tienen estos vinos alma. ¿Será cuestión de fe como comentaba Rafa Migueles?

El caso es que al día siguiente estaba sin dolor de cabeza, fresco como una lechuga.
Ya no sé si es la biodinámica o la baja concentración de sulfuroso.

Pero dos días después parece que he pillado el virus estomacal que dos de mis compañeros de trabajo lo habían disfrutado el fin de semana, y ahora tengo el cuerpo para pocos farolillos.

No somos nadie.























1 comentario:

  1. Excelente post y agradecida además por la referencia a la primera guía de Córdoba y provincia en japonés, "Génica trip in Córdoba", presentada en Tokio el mes pasado. Como no podía ser menos, hay una página dedicada a nuestros vinos de Montilla-Moriles y referencia a 3 bodegas visitadas: Alvear, Robles y Lagar Blanco.

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