Una actividad interesante y que en mi caso me ha servido para darme cuenta que cada vez me gustan los vinos blancos, y que en el caso de los vinos tintos busco o me seducen los tintos con aromas, buena acidez y un poco amargor.
¿Me estaré parkerizando? Quizás sólo un poco. Es decir, los vinos con cuerpo, aromas, equilibrados en boca, y algo, sólo un poco astringentes. No soy capaz de apreciar en su justa medida los vinos suaves, aterciopelados, es como si me faltara vino.
Por cierto los vinos los representa en Córdoba la empresa Diego Canals, y con el maño cordobés Joaquin Martinez, una fuerza de la naturaleza en cosa de vinos.
Los vinos se presentaron ocultos y con nomenclatura de concurso, y fueron:
Blancos:
- Carlos Moro 2017, Finca San Cibrao, DO Ribeiro, Treixadura, Godello y Albariño.
- Botani Azahar 2017, Bodega de Jorge Ordoñez, Moscatel.
- Luis Cañas 2014, Fermentado en barrica, Viura y Malvasía.
Tintos:
- Corona de Aragón 2017, DO Cariñena, Grandes Vinos y Bodegas, Garnacha.
- Anayón crianza, DO Cariñena, Grandes Vinos y Bodegas, Cabernet Sauvignon, Tempranillo y Syrah.
- Izadi Selección Reserva, DO Rioja Alavesa, Tempranillo.
El que más me gustó fue el blanco de Ribeiro, de Carlos Moro, y después el Anayón, y si bien coincidí en puntuación en los blancos, en los tintos desbarré y en principio me encantó el joven de Garnacha, muy fresco, aromático, una golosina, pero que al rato no olía a nada. Y el Reserva me pareció plano, lo que decía de que no soy de esos vinos. Lo cual demuestra que las notas de cata deben ser objetivas y no subjetivas... Tengo tanto que aprender...
Por supuesto tras la entretenida e interesante cata tapeamos de lo preparado por Araceli: embudo exquisito (de Ibesa), tostas de queso y calabacín, unas sabrosas albóndigas, y unos calamaritos.
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