El miércoles 17 de Febrero hicimos una reunión de la Asociación de Sumilleres en el IES Gran Capitán, convocados por la iniciativa de Raúl Márquez de hacer una cata ciega y a la vez combinar con música en directo. La apuesta era muy atractiva y a ella acudimos un buen número de socios.
Allí pude ver de nuevo a los amigos que hacía tiempo no veía, y a la vez nos recibían con un combinado de oloroso, saúco y sprite. Una refrescante mezcla que da idea del juego que pueden dar los vinos generosos en coctelería.
La cata se trataba de una cata ciega, en la que se probarían varios vinos de una bodega, y por tanto, la foto en la que aparece la botella con el nombre de la bodega es tras terminar la cata. Por supuesto que se guardaron tapadas las botellas durante la misma. Se trataba de identificar o cualificar un vino blanco, varios tintos y un dulce.
Aromas, al principio pocos y extraños porque estaba el vino frío, después al calentarse salía mucha manzana madura, al igual que en boca.
Con una refrescante acidez, ya que tenía 4,75 g/L de acidez total: un valor sorprendente para un vino de por aquí, ya que la variedad era Pedro Ximenez. También habían algo astringente, y algunas notas turbias, nada claras, pero que desaparecieron.
Es un vino de los llamados naturales, sin adición de ningún aditivo, ni levadura, o sulfuroso o ácido. Hay que decir que las levaduras autóctonas de la zona son muy bravas y producen buenas cantidades de sulfuroso por su metabolismo y para eliminar competencia de otros microorganismos. Y pueden llegar a formar hasta casi 100 mg/L de sulfuroso total.
Yo casi había reconocido la bodega por los datos, más que nada porque conozco de hace tiempo al bodeguero.
Para acompañar los vinos los chicos de la Escuela nos prepararon este menú. Bien, ¿no?
Y después pasamos a los tintos.
- Monastrel del 2014. Con una producción de ocho mil botellas.
De color picota muy intenso, muy alta capa. Aromas a fruta roja, también algo turbio en nariz y en boca aparecía clara la fruta pero realmente tánico.
- Syrah 2014. Con aromas a flores, violetas, mucho mejor que el anterior. También tánico, con una acidez sorprendente 6,6 g/L, unos valores de quitarse el sombrero si la syrah es cultivada por estas tierras.
- Pinot Noir 2014. Aromas a fresa ácida, fruta roja, flores. Muy suave y agradable en nariz pero duro también en boca. Es el más sorprendente de los tres, claramente el mejor de los tres. Y también con una acidez alta, de 6,5 g/L.
- Cabernet Sauvignon 2006. Con 6 meses de crianza en roble francés, y después mucho tiempo en botella. Todavía con más de 5 gramos de acidez, pero el vino estaba oxidado, pasado, algo de aroma a pimiento, tánico. No creo que sea un producto comercial, a menos que se valoren parámetros que yo no tengo en cuenta.
Y por último el mejor de la cata.
- Pedro Ximenez naturalmente dulce del 2014. La uva tenía tras el asoleo en pasera 600 g/L y por fermentación espontánea habían quedado unos 400 g/L.
En nariz no tenía la explosión de aromas a dátil, orejones, que tienen los vinos PX, en los que no hay fermentación ya que se añade alcohol para impedirla.Aunque huele a dátiles y más cosas, pero menos.
Pero en boca es exquisito, ácido, dulce, cítrico, con los aromas anteriores más carne de membrillo.
Los tintos tras un rato en copa estaban completamente apagados, mientras que los dos Pedro Ximenez, de principio y final seguían dando aromas. Sin duda los mejores de la cata, al menos para algunos entre los que yo me encuentro.
La elaboración de vinos naturales sigue siendo un tema de discusión, porque no se emplea aditivo alguno, que sirven para controlar contaminaciones indeseadas y por tanto, a veces malos olores o baja estabilidad de los vinos con el tiempo.
Las reglas de conservación del vino son alta acidez total, como es el caso de Marenas, alto contenido alcohólico y alta concentración de taninos. Pero no hablamos sólo de estabilidad: también de aromas, y los tintos no son un derroche de ellos. La razón posiblemente se deba a que las levaduras de la zona no respetan los aromas varietales de las uvas.
La opinión general fue que los vinos hechos con la Pedro Ximenez eran los más interesantes. Y son en ellos donde Marenas está cosechando buenas críticas, sobre todo en el extranjero, donde los vinos naturales tienen un mercado más consolidado. Y Jose Miguel trabaja duro, para poner el mercado unas tiradas cortas, y todo haciéndolo de forma artesanal. Pero los vinos, sobre todo los tintos, tienen algunos aromas extraños y una aspereza más alta de lo normal, quizás por una extracción excesiva de los hollejos. Ya me lo imagino, haciendo bazuqueos encima de los depósitos abiertos.
Y es que lo conozco desde hace mucho tiempo y pienso que es uno de los mejores viticultores de la zona.
La cena se compuso de los platos que se ven en las fotos, y durante la misma y después se habló de las virtudes y defectos de los vinos naturales.
Todo muy sabroso, sobre todo las bolas de foie y el gazpacho de fresas acompañado de mejillones.
Toda la reunión fue aliñada de sonido ambiente y armonizando los vinos, la comida y la música. A cargo de Alberto de Paz. Un buen pianista, y mago, y más cosas que no pudimos llegar a disfrutar. En otra ocasión, supongo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario