lunes, 9 de enero de 2017

La Recolecta, restaurante ecológico, y de barrio

Este pequeño restaurante está en la calle Pintor Espinosa en el barrio Parque Cruz Conde, junto al parque del mismo nombre. Además del encanto del sitio, es posible aparcar sin muchos problemas. Actualmente la acera de la calle se ha ampliado y se pueden poner veladores en el exterior, de forma que a la tranquilidad del barrio se le añaden las vistas del parque, logrando que se esté muy cómodo.

Se trata de un restaurante ecológico y que está muy bien atendido, con un trato cercano... como un bar de barrio.

La carta es resumida, con algunas especialidades, y con algunos fallos en otros platos. Pero lo principal es que los precios son contenidos, y las raciones rondan los 8 euros. Otro tema es el tamaño de las mismas, aunque en cualquier caso merece la pena su visita.


La carta de cervezas es considerable: todas artesanas, con mucho sabor, y eso a muchos no les convence. 
No es mi caso, que pedí dos tipos de cervezas, y las dos acompañaron muy bien a la comida. Tanto de La Bandolera (de Algallarín) como de Cab Beer (de Montilla) escogí en los dos casos la cerveza morena, hecha con más lúpulo, y rica en sabor y aromas. 

Por ejemplo, Cab Beer elabora cervezas que pasan un tiempo por botas que han contenido vino oloroso o PX, todo un homenaje a su origen montillano. 

De los cuatro, dos preferían la cerveza rubia de barril, también artesana y mucho más ligera, aunque como decía uno: también sabía a un aroma que le recordaba una colonia, es decir, más cítrica de la cuenta. 


En cuanto a los vinos, la carta de vinos blancos y tintos está bien escogida, pero qué quieren que les diga, donde esté un buen fino de Montilla-Moriles, como era el fino Pato especial, sin filtrar ni clarificar, que se quiten otros muchos, y siempre a la mitad de precio que cualquier vino blanco joven. A veces, o bien en demasiadas ocasiones más bien, no sabemos apreciar las virtudes de nuestros vinos.

En cuanto a la comida. 
Pedimos una ensalada de queso de cabra y nueces. Corta en cantidad, ya que las hojas de lechuga de roble, cubrían la base del plato. Algo parecido pasó con el cuscus de coliflor y verduras: deslabazado, con poco aliño y la coliflor más húmeda de la cuenta.

Pero pedimos dos platos que nos parecieron exquisitos: patatas confitadas y ternera con verduras a la tailandesa
Las patatas, gajos y con piel, estaban fritas a fuego lento, y las salsas acompañaban perfectamente, desde una tailandesa hecha con extracto de ostras, otra con comino, otra levemente picante.
Y la carne, para el agrado de ellas, se hizo bastante pasada, lo que restó parte de su sabor, pero que no ya que era un plato muy simple y bien hecho.

La Recolecta lleva ya dos años en el barrio y aún aguanta, a su favor el que las mesas en el exterior le han dado mucha visibilidad. 
Es un restaurante especial, para un público más bien reducido, con el cocinero y otro trabajando en sala; y con bastante competencia en la zona donde está. Esperemos que aguante, porque ellos muestran todo su cariño a quienes los visitan.

La cuenta por las cuatro raciones, dos copas de vino de blanco moscatel, un medio de fino, seis cervezas y las cuatro raciones, 47 euros. Muy bien.
El cocinero salió a despedirnos y preguntar cómo nos había parecido la comida, tratamos de ser sinceros indicando los aciertos y los fallos que habíamos observado, porque en su quehacer siempre quieren mejorar.

Eso sí, terminamos de comer e íbamos ligeros de equipaje con tanta verdura y plato contenido, lo cual en las fechas navideñas se agradece, y mucho.






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