martes, 1 de octubre de 2019

Alvear nos sigue sorprendiendo con El Velo de Flor

Ya tocaba una cata, y encima fue buena.

Este verano pude ir al Lagar de las Puentes en el inicio de la Sierra de Montilla, lugar donde se dan las mejores condiciones para la Pedro Ximenez, y puede comprobar que Alvear sigue con su muy digno interés en sorprendernos con sus vinos.

Estaban allí macerando el mosto y los hollejos de unas Pedro Ximenez en pequeños tanques.
En una nave había conos, tinajas, en las que se estaba haciendo una fermentación del mosto al estilo tradicional, apagando la fermentación con mosto fresco añadido; llevando mosto a los depósitos de acero inoxidable para el joven. O sea, una ebullición de labores de lagar.

Y ya en Octubre, casi dos meses de haber empezado la vendimia y cuando parece que la cosa de fermentar más tranquila, se acercó Bernardo Lucena y parte de su equipo a la Asociación de Sumilleres de Cordoba, a que catáramos los vinos del 2018 y una joya del 2016.

Nos mostró las parcelas de la Sierra donde se buscan esos racimos que darán un mosto con las cualidades necesarias, y con indicación en la contraetiqueta de la botella, de los viticultores propietarios que manejan el viñedo, todo un detalle. 
Desde la tierra, la uva y luego el vino
Así de simple.

Toda la presentación se hizo con copas que se rellenaban de Marqués de la Sierra 2018
Un vino joven, puro, 100%, de Pedro Ximenez. 
Es un vino algo corto en nariz, en comparación con otros jóvenes de Montilla-Moriles que se han convertido en un éxito de ventas. Dejándolo en la copa, el Marqués de la Sierra muestra luego las notas de manzana verde y de la fruta blanca que salen bien limpias, y en boca es un vino muy agradable: fresco, de una franca acidez, redondo por efecto de las lías. Un vino para comer.

Y después se comenzó con los vinos 3 Miradas, del 2018.

Empezando por el Vino de Pueblo
Se trata de un vino elaborado con uvas Pedro Ximenez de varias parcelas, y que se fermentan en tinajas y una pequeña parte de los racimos, enteros, se fermentaron aparte. 
Tiene una ligera crianza biológica de 8 meses era tinaja. 
El vino de pueblo es un vino con un aroma curioso, que recuerda a vegetal, o infusión, y en boca es muy grato, expresivo, ligeramente astringente, con una acidez muy marcada.

Los siguientes dos vinos fueron de 2 parcelas distintas, de Viña Antoñin y Cerro Macho.

El Viña Antoñín tenía más marcada la presencia de la levadura, aromas a hinojo y manzanilla. De nuevo la sensación en boca era muy agradable dominando la acidez y su franqueza.

El de Cerro Macho era de una calidad, a mi parecer, superior. Mucho más equilibrado, con aroma a membrillo. Se notaba más la influencia de las lías, haciendolo más redondo en boca.

Hay que decir que todos los vinos tienen unos 5 g/L de acidez y valores de pH entre 3,2 y 3,0.

Y por último, el mejor de todos, el Paraje de Riofrío Alto; el que ha superado todas las pruebas: fermentación en tinaja, con pieles, 
y luego crianza en botas a las que han dejado unos litros de las madres donde se cría el fino CB. 

Y se han dejado dos años, una crianza biológica corta.

Este es un vino muy redondo, en todo. Con sutiles aromas a crianza de velo de flor, muy elegante en nariz y en boca es algo salino y muy largo. Un vino de quitarse el sombrero, de los que hacen afición entre aquellos que se quieren acercar al fino, y a los que nos gusta también el fino.
Un hermoso vino.

Y echando la vista atrás se da uno cuenta que el Marqués de la Sierra es el vino más chiquito de todos, y que tiene en boca las sensaciones que hemos comprobado  de la las buenas parcelas que dan lugar a los vinos 3 Miradas.

La comida no desentonó en absoluto, y quiero resaltar las espinacas esparragadas de Araceli y el tartar de jamón serrano que preparó Antonio.
Todo muy rico. 

Un buen ambiente como siempre, con mucha asistencia. Reencuentro con muchos compañeros, otros nuevos, y con un programa de catas a la vista bien atractivo.








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