Ayer lunes, cuando queda sólo un día para que de comienzo la cata, me acerqué a la Fundación Gala por invitación a la Asociación de Sumilleres de Córdoba. Se celebraba un doble premio a Bodegas Robles: por un lado un jurado compuesto exclusivamente por mujeres dio el premio Sakura a su vino dulce PX 0/0, y por otro el nuevo diseño de las etiquetas de las botellas de Robles también han recibido un premio. Por cierto, no lo sabía, pero sakura significa cerezo; y ya se sabe la que organizan los japoneses cuando estos árboles están en flor.
Tras hablar el director de la Fundación Gala, Hisae Yanase habló de su relación con el vino y las bodegas de Montilla, y por último Francisco Robles, tras hablar del modo de trabajo en ecológico de la viña y la bodega, dio paso a los diseñadores.
Juan Bolaños repasó las diferencias entre cultivo del viñedo ecológico y convencioinal.
Y a partir de aquí empezó la clase diseño y marketing. Rosa Muñoz, de la firma cordobesa Ohayó, habló del trabajo de reflexión sobre cómo cuadrar el diseño de marca con la cultura japonesa. Comentó algunas ideas básicas: a más vida en la tierra más sabor en el alimento, y que había que llegar a conectar con Japón a través de las flores y a las mujeres japonesas, que son de las más entendidas en vinos.
Las
botellas han perdido la etiqueta de fino, oloroso o monitilado, es
sólo un diseño gráfico de flores y soles. Tampoco aparece el nombre de
la bodega.
Pues a pesar de eso, es bonita la botella. Y los vinos serán
conocidos como Bajoflor o Bajosol (por el asoleado de las uvas en la
pasera, para el PX).
Es sencillo y bonito, ya que indican y clasifican
aquellos que han estado en contacto con el velo de flor.
Además se han
inventado un codigo numérico para los vinos Bajoflor: 0/2 (fino: dos
años de velo, 0 de oxidación); 5/3 (amontillado: 3 años de contacto con
velo y 5 de oxiodación); 6/1 (oloroso: 6 de xoidasción y 1 de velo). El
PX 0/0 (0 años de oxidación y 0 de velo).
Se ha buscado la identidad del producto, y que sea significativo para el consumidor.
En cuanto a la etiqueta las fotos lo dicen todo, y sirven para los productos de Robles: vinos, vinagres y los geles de vino. Pablo Gallego, un reconocido diseñador gráfico local que ya ha hecho la campaña de Abre el Azahar, nos explicó cómo llegó al diseño de una etiqueta tan curiosa y novedosa.
Tras la exposición Rocío Márquez abrió la cata describiendo el Bajoflor 0/2 y el Bajosol 0/0.
No habló de fino u oloroso porque esta nomenclartura debe ser aprobada por el Consejo de la DO y por tanto en la botella no aparecen, o no pueden aparecer esos tipos de vinos; y parece que los trámites son largos.
En el patio, Conchi, de Conchichina, había preparado diferentes tipos de shushi.
Esta mujer trabaja estos productos de una forma prodigiosa. No me extraña que le vaya bien porque los hace muy sabrosos y frescos. Por cierto, ha abierto nuevo local en el pasaje Angel de Saavedra: donde estaba el pub Marrón, un lugar de encuentro o de ligar de los setenta,... hace tiempo de eso.
Los vinos de Robles han evolucionado a cada vez más sencillos, o mejor dicho sutiles, y se dejan tomar muy fácilmente. Creo que se han hecho más comerciales, y que el nuevo público, o el japonés, al que va dirigido esta colección de vinos seguro que les parece muy recomendables.
Pero les falta fuerza. Recuerdo aquella cata en el Moriles en el 2008, en que Rocío nos trajo fino ecologico de Robles, muy bueno y que reconcilió a mucha gente con los vinos de Montilla-Moriles.
De todos ellos, me quedo sin duda con el amontillado, que era a mi parecer el que más armonizaba con la comida japonesa, o con los shushi.
Así que esperemos que la nueva imagen de Robles les vaya muy bien, tal como nos impactó a muchos de los asistentes.
En la presentación, también asistieron otros miembros de la Asociación como José Ropero, que prepara combinados empleando vinos generosos. Hace poco estuvimos en Glacé y pude degustar uno de ellos; Joaquín Morales (anfitrión de lujo); Isa Calvache (catadora a domicilio de los vinos de la DO), y Javier (catador de altura).
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