

Hace unos días me encontré con él y me comentó que forma parte de una asociación de emprendedores llamada Sinergia. De vez en cuando quedamos para tomar cervezas o planear catas de vino. En esta ocasión, además de la asociación, me comentó que otro socio: Paco Rosales, de la Taberna La Viuda, estaba haciendo su propia cerveza. Y allí nos fuimos a hablar de sus proyectos comunes y beber, digo, catar cerveza.

El paso por los barriles se nota un poco al final, porque lo que sale al principio es la naranja, después aromas limpios de fermentación de la cebada y el trigo, también lúpulo, bastante aromático el conjunto. Es ligera en boca, con 4,8º, y entra y refresca muy bien. Lo que más echo en falta en esta cerveza es ese retrogusto, largo, de otras cervezas.
Este fin de semana ha habido una muestra de cervezas artesanas en Madrid. Y según los entendidos la diferencia básica entre la artesana y la industrial, es que la primera no se pasteriza por lo que conserva tanto los efectos positivos como negativos de una cerveza sin tratar; además el plazo de caducidad de una cerveza artesana es más corto que la industrial como es lógico.

Vamos, me estaban hablando en sus términos de la Asociación de Sumilleres de Córdoba, que se caracteriza por las cualidades que me comentaban ellos: aprender, compartir, conocer nuevas iniciativas y fomentarlas en nuestras posibilidades.

La reunión la terminamos con un plato variado de tomates de huerta con caballa. Rico, pero habrá que repetir cuando los tomates de nuestra huerta estén produciendo en su tiempo, y que son de una excelente calidad.
Después Paco nos recomendó unas habitas con chipirones. También muy ricas. Ya estamos casi en la temporada de habas de Córdoba, y en nuestra casa las hacemos fritas, o en guiso con alcachofas, o bien guisadas con choco.
Por cierto, Paco tiene su propia ginebra llamada May.
En fin, suerte a los muchos emprendedores que todos los días hacen su trabajo lo mejor posible. Va por todos ellos.
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