domingo, 15 de febrero de 2015

Diviertiéndonos en la reunión de Vinavin

Esta pasada semana nos juntamos en las Lonjas, en Campo Madre de Dios, en la sede de PlanT, que tan bien lleva Toñi Romero: amiga de todos y pendiente de que se pase un buen rato. La idea era hacer una cata didáctica formativa a cargo de Rocío Márquez y Carmen Requena, dos de las fundadoras de Vinavin, la asociación de amigos del vino y del vinagre.
Allí llegamos los poco elegidos que podían asistir al evento, y que tuvimos que esperar afuera a que organizaran la cata pero sin nadie, ya que se trataba de una cata ciega.
Allí me encontré con dos empleados de Unico Vinagres y Salsas, la empresa que llevan varios empleados salidos del cierre de Crismona, en Doña Mencía. Son también unos entusiastas de su trabajo y manejan para elaborar vinagre un depósito Frings de 4,000 litros para acetificar vino y lo que se ponga por delante. Parece que les va bien, al menos por las ganas que ponen y parece que disfrutan con su aventura.

Tengo que decir, que me está saliendo un artículo al estilo Tico Medina, de los de comentar cosas y personajes, sin decir mucho o poco.

También estaba mi compañera Reme, de la Asociación de Sumilleres de Córdoba, con la que he compartido muchas catas, y de tan agradable compañía y presencia.
Ya dentro, nos habían preparado 3 copas de tinto  que había que reconocer si procedían de depósito, o de tres meses en barrica o 9 meses en barrica; y además, si eran Mencía o Syrah o Merlot. Un  juego de reconocimiento de olores y sabores.
En boca los tres vinos eran mejor que en nariz, ya que alguno estaba muy cerrado. Tras prueba y error pude cuadrarlos según creía. Coincidí en el escrutinio con Reme. La mayoría había acertado uno o dos vinos, aunque alguno fue capaz de no acertar ninguno, ni en variedad o crianza.
El caso es que se trataba de un juego didáctico de entrenamiento de los sentidos para distinguir y recordar características de uva y de crianza. Me parece muy buena la idea de Vinavin, con la cata ciega ya que se se busca en el juego buscar  dónde y cómo se diferencian los vinos que tomamos cada día.
A todo esto que hubo hasta premio: una botella de vinagre crianza de Bodegas Robles.
Al día siguiente me junté con los amigos y cuando les comenté que había obtenido un premio de una botella de vinagre por acertar con los vinos, se puso uno algo enfadado ya que argumentaba que si se aciertan vinos se ganan vinos. Y no vinagre, pero a mi me daba igual, había ganado en un juego.
 Los vinos eran: depósito, Syrah de Bodega Muñana (Norte de Granada); 3 meses de crianza, Melot, también de Muñana; y el 9 meses era un Mencía, del Bierzo, de la bodega Abad Dom Bueno. Por cierto, está bien (quizás la única pega, la madera más encante de la cuenta en boca), eso sí, a un precio sorprendente.







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