viernes, 4 de febrero de 2011

Copeando por las tabernas de Córdoba


Allá por el 375 a.c. el escritor griego Ebulo, decía que “Yo preparo tres copas para los moderados: una para su salud, que es la que tomarán primero, la segunda para el amor y el placer, y la tercera para el sueño. Al terminar esa copa, los invitados sabios se van ya a su casa”.
Somos unos amigos moderados y nos juntamos de vez en cuando en las tabernas para hablar y reunirnos al calor de unas copas de vino de Montilla-Moriles.
Comenzamos con una de las más conocidas, la taberna del Gallo, en María Cristina. Quizás la más antigua de la ciudad, y por tanto auténtica en lo que significa de estética decadente, con su poso del tiempo. El fino de la casa, el Amargoso, es uno de los más consumidos en la ciudad y a mi parecer está sobrevalorado. Excesivamente decolorado y con poca crianza, sufrió un cambio para adaptarse a los nuevos consumidores; sí es verdad que salió fresco y agradable a gente que hasta entonces no podía con un fino. Pero ahora creo que ha perdido, aunque sigue con poca crianza y que entra fácil. Las tapas del Gallo son muy buenas y a buen precio: gambas rebozadas, calamares, etc. Hasta la camareros son lo que se puede decir, auténticos.
La siguiente taberna ha sido la de Pago de Moriles, que regenta Concha, en Molinos Alta. El vino es el Doblas de Moriles. Un vino con más crianza, seco. Y de Moriles, que marca la diferencia al ser la mejor zona de nuestra D.O., amargo, con cuerpo pero de buen paso. De un estilo diferente al vino del Gallo, pero muy bueno.

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