domingo, 1 de marzo de 2015

La Cochinchina, un japonés cordobés donde se come bien y es divertido

En la calle Santa Victoria se encuentra este nuevo local de comida japonesa, la Cochinchina. Un bonito y sonoro nombre que gusta, al menos a mi por su significado y buen rollo.

Allí quedamos y que conocía sólo por las redes sociales y a que Isa Calvache, conocedora de la cultura japonesa y que se dedica actualmente de guía integral de turistas japoneses en Córdoba.
Una vez nos aseguramos que disponían de fino, en este caso, ecológico de Bodega Robles. 


Hay que decir que los vinos de Jerez, cuya DO está más adelantada que Montilla-Moriles en su acercamiento a la comida oriental, cuadran muy bien con esos sabores salinos. Y quisimos comprobarlo en persona. 
Como siempre empezamos con cerveza, y uno se pidió una cerveza japonesa, Kirin Ichiban, elaborada en Düsseldorf (Alemania); se supone siguiendo las directrices de allá. Pero no nos convenció ese gusto.

La carta de los platos que tienen es corta pero sirve para hacerse una idea como primera aproximación a esta cocina. En particular la dueña-cocinera ya estaba desde hace más de un año en el mercado Sánchez Peña. De allí se salieron y montaron este local. La decoración es simple, casi austera.
En vez de pedir tapas o sushi o… nos dejamos aconsejar y pedimos un menú con 3 raciones por 9,5 euros.
Tengo que decir que siempre que veo menú me lanzo a por él, ya que son muy pocas las veces que un menú de un local me ha decepcionado, parece como si los dueños pusieran la comida diaria al más alto nivel
De primero una ensalada Wahame, con unas algas sabrosas, delicadas y que aprendimos a coger con los palillos. Es fácil comer con ellos, ... siempre que no tengas prisa, claro.
Se puede acompañar mojando en salsa en sala de soja, muy sabrosa, pero al poco te das cuenta que las algas, o bien la fresa, o lo que mojes saben bien con soja. Por lo que decidimos no abusar de ella: es que es como adictiva.

De segundo, 6 porciones de sushi, en 3 formas. Como en este caso éramos 3 cogíamos a 2, o sea que no podíamos probar de cada sushi: o bien descartamos o bien los partíamos.
Y como parece que los japoneses no necesitan cuchillos, hubo que partirlos con los palillos. ¡Qué destrozo, pero salió bien! Y comimos, y mojamos sushi en soja, otra vez, ... hasta que por fin mandamos el cuenco de soja a otra mesa.

En esto que ya habíamos pedido el medio de fino Roble ecológico, suave, con ligeros aromas de madera. Combina mucho mejor que la cerveza con la comida japonesa.

De tercero, unos noodle de verdura: calabacín, pimiento rojo, semillas de sésamo.
Los noodle son un fideos anchos, tiernos, delicados y muy sabrosos. Es un ejercicio de buen  pulso pillar los escurridizos noodle con los palillos. Pero al final caen y éramos capaces de hasta de plegarlos o hacer nudos con los noodle. Es realmente divertido… de nuevo, si no tienes prisa. Empiezo a comprender el buen sentido de la paciencia oriental, o eso creo que son… pacientes. Y es que con palillos olvídate de cucharón y paso atrás.

En resumen, que lo pasamos realmente bien en la Cochinchina, comimos o tapeamos bien y fue diferente.
La cuenta: 3 cervezas, 3 medios y el menú por 21 euros.
Las raciones eran generosas y bien elaboradas, aunque no tenemos experiencia en restaurantes japoneses. La verdad es que cuando he ido al extranjero no me he acercado a un restaurante español porque son bastante diferentes a la comida nacional. Así que como novatos, pues nos gustó.
Es una visita recomendable, al menos por probar
































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