
Este domingo se celebra la entrada de los festejos de primavera, por supuesto obviando las procesiones de Semana Santa que significan que la calle está para ser pisada y disfrutada.
Y sí, se celebraba el reparto de habas en cazuela en las Ermitas y que antiguamente elaboraban los monjes para aquellos pobres que subían la cuesta del Reventón. Ahora esta celebración está coordinada por la Asociación Amigos de las Ermitas, actualmente dirigida por Juan Manuel Fernández y han preparado cazuelas de barro con el guiso de habas y su huevo escalfado para unas 2,000 personas.
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Uno de los directivos de la Asociación es el ínclito y entusiasta cordobés Antonio Cuesta, de la Editorial Almuzara. En las Ermitas me lo encontré y con la charla de un vasito de vino de Bodegas El Gallo, comentó que lleva en el cargo cuatro años y que han metido a mucha gente joven con ganas de trabajar. Me interesé por las celdas y Antonio me dijo que se siguen reservando por turistas, en su mayoría extranjeros. La primera vez que supe que se podía dormir en una celda por un módico precio fue por una entrevista que le hacían a Antonio Gala, el cual aprovechó el retiro para poder concentrarse en sus escritos.
Para acceder a las Ermitas, lo más sano, es dejar el vehículo por la zona del Patriarca y subir la cuesta. Tiene una pendiente considerable, pero a buen paso en menos de 45 minutos se está arriba, por lo que no se hace fatigosa la subida para quien esté bien de piernas.


A mi me parecieron que estaban buenas, aunque había un señor mayor que se quejaba que le parecían malas, frías, el huevo frío… Ya digo, me las comí y rebañé: quizás él vino en coche hasta arriba. Y es que el hambre es el mejor condimento de cualquier comida.
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Carlos Gonzalez Ripoll |
Tengo que reconocer que otra vez que subí, hará unos ocho años, me parecieron de mejor sabor, con su buen toque de hierbabuena.
La alcachofas estaban en su punto, tiernas, y su buen caldo con pimentón hicieron que me sintiera un poco más pobre o humilde: tener que subir la cuesta para disfrutar de un plato sencillo y nutritivo, junto con un montón de más cordobeses que al amparo de la Asociación están recuperando una de las imágenes más icónicas de Córdoba y su sierra. Las casa blancas en lo alto del cerro, con sus grandes pinos y cipreses, y por la noche la luz del monumento como un faro en la sierra, han estado en la mente de todos los cordobeses.
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