
Viene con 21º de alcohol que la verdad no se notan demasiado y quizás porque se trata de una solera de 30 años.
El color es ámbar intenso, con mucha lágrima, denso. En nariz es potente, a dátil, frutos secos, cacao, y que va cambiando sucesivamente dejamos la copa en reposo.
En boca es muy equilibrado. No tiene el ataque ácido de otras soleras, sino que es potente pero con cuerpo. Es punzante y sobre todo muy largo.
Es de esos vinos para tomar tranquilamente de sobremesa o tras la cena, y parece como si nos retrotraera unos cuantos años atrás. Fue el vino estrella de esa cata y ahora comprendo cómo antes se echaban gotas de solera tras la oreja como perfume.
El precio es sobre 20-25 euros, pero los vale. Muy buen vino.
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